Black Mirror
Black Mirror es el título de una serie de televisión británica que especula acerca de las posibles consecuencias negativas de la tecnología.
El "espejo negro" ("black mirror") del título es una metáfora de las pantallas de televisión, ordenadores o smartphones que cada día más forman parte de nuestra vida.
Episodio 1: El himno nacional:
Charlie Brooker (Creador), Otto Bathurst (2011) Otto Bathurst (2011) La premisa de este episodio es demoledora: la princesa Susannah, una popular miembro de la Familia Real británica es secuestrada. Su captor exige una única condición para su liberación: a las cuatro de la tarde de ese mismo día, el Primer Ministro comparecerá en televisión manteniendo relaciones sexuales completas no fingidas con un cerdo. Tras la conmoción de la noticia el Primer Ministro trata de contener el flujo de información. Sin embargo, el captor ha colgado el vídeo en YouTube y, aun cuando ya ha sido retirado, continuamente se suben nuevas copias y a las pocas horas la noticia es "Trending Topic" en Twitter con dez mil "tweets" por minuto. El episodio especula así de forma realista acerca de la posibilidad real de los gobiernos de censurar la información que circula por Internet. Los gobiernos pueden controlar el flujo de información cuando la fuente son individuos concretos contra los que se puede actuar persiguiéndolos y deteniéndolos, o cuando se trata de medios de comunicación como diarios o agencias de noticias que pueden ser censurados, pero no pueden hacer nada contra miles (o millones) de usuarios actuando de forma individual. La clave de Internet, lo que hace difícil su control, no es la posibilidad de que un individuo publique información, sino que esta se propague de forma viral. Es este enfoque lo que convierte el episodio en una historia de ciencia ficción. No el escenario, que es completamente contemporáneo a su fecha de estreno (Internet, YouTube, Twitter... incluso los smartphones son iPhone), sino el enfoque especulativo que hace de los usos de la tecnología ya existente. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Episodio 2: Quince millones de méritos:
Charlie Brooker (Creador), Euros Lyn (2011) Euros Lyn (2011) El episodio es una distopía casi clásica. Los personajes se mueven en ambientes cerados en los que todo cuanto les rodea es artificial. No hay ventanas sino pantallas de televisión en todas las salas. El mobiliario es casi inexistente, frío y puramente funcional. Los ciudadanos deben pedalear para producir la electricidad que sostiene la sociedad (ignorando el hecho de que sería más eficiente quemar los alimentos directamente que emplear su energía a través del esfuerzo humano). Por la electricidad generada se les paga en "méritos", que es la moneda en la que pagan la comida y cada uno de los pequeños placeres que se les proporcionan (objetos digitales para sus avatares, regalos digitales para los avatares de aquellos a quienes quieren halagar, la posibilidad de retirar las emisiones de porno en las pantallas gigantes de sus cubículos...). El protagonista se enamora de una chica a la que oye cantar y decide hacer algo real: llevarla a un concurso de televisión (extrañamente idéntico a Britain's got Talent) para hacer de ella una estrella. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Episodio 3: Toda tu historia:
Charlie Brooker (Creador), Brian Welsh (2011) Brian Welsh (2011) La historia especula con la posibilidad de disponer de un aparato implantado en nuestro cerebro que nos permita recordar con toda perfección cualquier momento de nuestra vida. Los recuerdos son almacenados en el dispositivo y es posible verlos bien directamente, a través de los propios ojos, o bien proyectándolos en pantallas de televisión. La historia plantea un escenario estéticamente interesante, mezclando interfaces de cristal transparente con coches de aspecto retrofuturista. En este contexto las relaciones sociales y personales cambian por completo: las entrevistas de trabajo, las inspecciones de seguridad... ¿cómo sería la típica discusión basada en "'Lo dijiste tú.' 'No, fue idea tuya," si pudiéramos recordar en todo momento de forma perfecta dicha conversación? ¿Qué repercusiones tendría poder rebobinar una entrevista, un vistazo fugaz a una sala para poder repasar los detalles que nos han pasado desapercibidos? ¿Cómo confiar en la propia pareja si se le pudiera pedir que mostrara lo ocurrido un determinado día a una determinada hora y se negara? El episodio realiza una una especulación muy inteligente de todas estas posibilidades, adentrándose en estos temas más que en la simple curiosidad tecnológica. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||
