Cadenas de aire, redes de éter

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¡Atención, spoilers!

Aquí se desvelan detalles de la trama y el argumento


Cadenas de aire, redes de éter
Autor: Philip K. Dick
Otros títulos: No se le conocen
Datos de primera publicación(1):
Título original: Chains of Air, Web of Aether
Revista o libro: Stellar 5
Editorial: Del Rey / Ballantine
Fecha Mayo de 1980
Publicación en español:
Publicaciones(2): Philip K. Dick. Cuentos completos
Otros datos:
Saga: No pertenece a ninguna saga
Premios obtenidos: No se le conocen
Otros datos: Incluído en la novela La invasión divina
Fuentes externas:
Tercera Fundación [{{{URL-3F}}} Ficha]
ISFDB [{{{URL-ISFDB}}} Ficha]
Otras fuentes {{{URL-OtrasFuentes}}}
Notas:

  1. De la presente variante. Puede haber variantes anteriores. Consultar la fuente externa para ampliar información.
  2. Publicaciones en español las que la presente variante ha aparecido. Puede haber otras publicaciones de esta misma u otras variantes. Consultar la fuente externa para ampliar información.

Philip K. Dick (1980)

El relato tiene lugar en una colonia de un planeta que orbita en un sistema doble. Los colonos viven en cúpulas individuales realizando diferentes labores.

El protagonista es Leo McVane y el comienzo del relato lo marca una visita del repartidor de alimentos que le comunica que la chica de la cúpula contigua esta gravemente enferma de cáncer y que debería hacerle una visita.

McVane sabía que la chica estaba enferma, pero se había mantenido al margen porque no quería implicarse de modo alguno con otra persona. Sin embargo, cuando el repartidor de comida se lo comenta se siente obligado a ayudar a su vecina y la llama.

Ella agradece la llamada y se acerca a la cúpula de McVane (que para no ir pone una excusa falsa: no tiene equipo para respirar fuera de la cúpula). Al entrar en la cúpula de él ella (que se presenta como Rybus Rommey) critica la música que él escucha, lo que la hace odiosa a McVane.

A partir de este momento se establece un vínculo entre ambos y McVane se siente obligado a relacionarse con ella, ayudándola a superar su enfermedad.

Cuando ella finalmente se cura McVane no siente alegría alguna, sino una molestia de verse definitivamente implicado a alguien que le desagrada y con quien no sabe cortar los vínculos establecidos durante la convalecencia.

La brillantez de Dick se aprecia en el hecho de que el lector, lejos de sentirse ofendido por la actitud mezquina y egoista de McVane, no puede dejar de empatizar con él. Al final del relato se tiene la sensación de que salvar la vida de otra persona, de una desconocida, es menos importante que las molestias que uno siente viéndose obligado a ayudar a dicha persona. Se tiene la sensación de que se ha salvado una vida por presiones sociales y por convencionalismos. Hay una seria sensación de fracaso al leer cómo McVane ha huído al último rincón del universo para, incluso ahí, verse obligado a cumplir obligaciones sociales que lo molestan y desagradan.