Ciencia ficción

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"La ciencia ficción es un género que desarrolla su argumento de forma coherente con unas premisas pretendidamente plausibles con los conocimientos científicos que se poseen en la época en que se creó la obra y que, o bien difieren notablemente de algún aspecto concreto de la realidad tal y como es (o de su pasado tal y como fue), o bien sugieren un hipotético futuro derivado de tal realidad."

¿Qué significa eso?

Tras esa confusa definición hay un intento de definir un género que engloba obras tan diferentes como Crónicas marcianas, Cita con Rama, Roma eterna o Neuromante.

Coherencia:

Una de las características principales de la ciencia ficción es la coherencia con las hipótesis de partida, lo que la diferencia del realismo mágico y, especialmente, del subrealismo.

Es decir, asume que es posible viajar en el tiempo, o que la mayor parte de la humanidad ha quedado ciega, o que los alienígenas invaden la tierra, o que es posible manipular el ADN... pero sean cuales sean las hipótesis de partida, la ciencia ficción se mantiene dentro de los márgenes que dichas hipótesis plantean, sin que estas cambien de pronto haciendo que los escenarios y personajes se vuelvan incomprensibles en aras de un pretendido simbolismo.

Plausibilidad:

A menudo se ha asociado la ciencia ficción a la literatura fantástica, en concreto a la fantasía épica ambientada en mundos de dragones, guerreros y hechiceros. Pero a diferencia de este género, la ciencia ficción pretende ser plausible.

Es decir, la ciencia fición descarta la magia como explicación de los fenómenos que se dan en sus historias. Por ejemplo, no es inhabitual en la ciencia ficción encontrarse seres con poderes psíquicos como los telépatas de Muero por dentro. Sin embargo, se asume que estos seres, bien por una mutación en el caso de que sean humanos o por características propias en el caso de que no lo sean, son capaces de percibir los campos eléctricos que genera el cerebro humano, de forma similar a como lo hacen los electrodos de un encefalograma. La ciencia ficción pretende dar una base centífica que explique dicho fenómeno.

Por supuesto, la ciencia avanza, y hechos que hoy en día nos resultarían ridículos como la posibilidad de vida en Marte o los océanos de Venus, fueron casi certezas científicas en alguna época. Por eso, la definición remarca que la plausibilidad está ligada a los conocimientos científicos de una época. Una obra es ciencia ficción porque así lo quiere su autor, independientemente de que el futuro le reste credibilidad.

Diferencias con la realidad:

Evidentemente, la ciencia ficción es un género diferente del realismo puro. Sin embargo, la barrera que los separa puede ser, a veces, muy débil ya que, en ocasiones, las diferencias con el presente son prácticamente nulas.

Flores para Algernon, por ejemplo, plantea un avance científico que permite incrementar la inteligencia de los disminuídos para crear una narración psicológica con un final sobrecogedor, pero su mundo no difiere en nada del que conoció su autor. Lo mismo ocurre con El hombre invisible, Frankenstein o Parque Jurásico. Cada una de estas novelas tenía lugar, básicamente, en la misma época en que fueron creadas y mostraban de forma más o menos fiel la sociedad de la época..

Muchas obras como La guerra de los mundos, 28 días después o El día de los trífidos plantean escenarios apocalípticos pero tienen lugar en la misma época en que la obra fue creada y, una vez asumida la posibilidad de la catástrofe, los aconteciminetos se desarrollan de forma terríblemente realista, creando una imagen no muy favorecedora de la naturaleza humana.

Cierto que no han sido clonados dinosaurios, que la humanidad no ha sucumbido a ninguna catástrofe (todavía) y que los telépatas no pululan por las calles leyendo nuestros mezquinos pensamientos (al menos que sepamos) pero no hay nada más en muchas historias de ciencia ficción que difiera del mundo real.

Así pues, la ciencia ficción puede no diferir mucho del realismo

Ciencia ficción y futuro.

Habitualmente se asume que la ciencia ficción tiene lugar en el futuro, hay avances importantes en el campo de la tecnología y de los viajes espaciales... Es cierto que este es el escenario más habitual de las historias de ciencia fición (Fundación, El hombre demolido, Neuromante, Blade Runner...), pero no toda la ciencia ficción se basa en estas premisas.

Por ejemplo, las ucronías son una rama completa de la ciencia ficción que discurre en el presente, si bien especula acerca de las consecuencias de un posible cambio en el pasado: la no extinción de los dinosaurios, la derrota de Roma frente a Cartago, la colonización de América por exploradores chinos o un longevo Mozart que adelanta en veinte años el romanticismo son algunos ejemplos. Dentro de este género cabe destacar El hombre en el castillo, que plantea la posibilidad de la victoria de Hitler en la II Guerra Mundial.

El concepto de futuro se hace todavía más difuso cuando se trata el tema de los viajes temporales. A menudo una misma obra discurre en el pasado, en el futuro y en presentes alternativos simultaneamente (El día que hicimos la Transición). Algunas obras, incluso, dan un paso más allá y plantean la posibilidad de que estos presentes paralelos sean tan similares entre sí que sea posible trasladarse de uno a otro.

También es posible que la ciencia ficción pueda discurrir en el pasado. Por ejemplo, El perfume plantea la hipótesis de un hombre con una capacidad olfativa muy superior a la media, pero una vez aceptada esta posibilidad, la obra no presenta grandes diferencias con El hombre invisible y el argumento discurre alrededor del hombre que, embriagado de su poder, trata de imponer su voluntad a los demás. No sería, pues, descabellado catalogar esta obra como ciencia ficción.

Los motivos de la ciencia ficción.

Originalmente, la ciencia ficción pretendía crear un escenario que permitiera al autor exponer mejor sus puntos de vista. Por ejemplo, La guerra de los mundos (la obra original de H.G. Wells) pretendía denunciar el colonialismo y las hipocresías de la era victoriana, amén de hacer un vívido retrato de la naturaleza humana, planteando una situación de peligro donde todos eligen vivir aún a costa de otros (tema retomado en El día de los trífidos o 28 días después); 1984 pretende denunciar los abusos de los gobiernos despóticos; ¡Hagan sitio! ¡Hagan sitio! critica el absurdo de no controlar la natalidad... La lista es larga.

De esta forma, los autores de ciencia ficción se valen de ésta para denunciar actitudes o hechos que consideran peligrosos. Sus futuros no son ejercicios vanos de entretenimiento, sino duras críticas sociales que, en ocasiones, resultan ser inquietantemente proféticas.

En otras ocasiones, los creadores de ciencia ficción son gente con una fuerte base científica que les permite comprender las implicaciones éticas de los descubimientos científicos y transmitirlas de forma clara a la sociedad, algo fundamental en un mundo tan dependiente de la ciencia y la tecnología como es el nuestro. Por ejemplo, Frankenstein plantea el tema de la responsabilidad de un hipotético científico dador de vida con respecto a sus criaturas (tema que fue retomado en Blade Runner más de siglo y medio después); de forma similar, El hombre invisible o La isla del doctor Moreau plantean la necesidad por parte de los hombres de ciencia de ser responsables con el poder que les proporcionan sus descubrimientos; Neuromante plantea una distopía en la que denuncia la deshumanización del hombre en un entorno supertecnificado...

Gracias a este tipo de obras, hoy en día, cuando apenas es posible clonar humanos (no hablemos de manipular el genoma) buena parte la sociedad sabe qué es la ingeniería genética y sus posibles consecuencias gracias a obras como Un mundo feliz, Blade Runner o Gattaca.

Cabe, incluso, preguntarse si la actual desensibilización social del ser humano, la tendencia a aislarnos en nuestras domésticas burbujas de comodidad electrónica insensibles al dolor ajeno, no se debe a que no hemos sabido escuchar la denuncia de obras como Fahrenheit 451 o Neuromante.

En este sentido, catalogar la ciencia ficción de género menor y relegarlo a un público juvenil es injusto.

Space Opera y revistas pulp.

Pero, obviamente, no toda la ciencia ficción tiene fines especulativos.

Como el cine, el cómic o la literatura, la ciencia ficción tiene grandes obras maestras y obras menores destinadas a un público menos exigente. O, mejor dicho, como la ciencia ficción es un género dentro del cine, el cómic o la literatura, cada una de estas artes cuenta en su haber con grandes obras maestras y obras menores que pertenecen a la ciencia ficción.

Usualmente, la ciencia ficción menor se destina a un público adolescente y está compuesta por historias de aventuras que tienen lugar en planetas lejanos a los que se viaja en grandes y veloces naves espaciales para luchar contra perversos alienígenas. Es lo que se denomina Space Opera, pero hay que distinguir ciertos matices: existen obras menores que no son Space Opera y obras como Brigadas del espacio en las que se viaja a planetas lejanos en grandes naves para luchar con los alienígenas y que son, sin embargo, obras maestras dentro del género, por lo que no sería justo clasificarlas como Space Opera por las connotaciones negativas que tiene esa denominación. Sin embargo, en lo que sigue, entenderemos como Space Opera la ciencia ficción para consumo adolescente.

La Space Opera está ligada al auge de la ciencia ficción en Estados Unidos y a las revistas realizadas en papel barato denominadas pulp. Estas revistas fueron muy importantes en la ciencia ficción de los años '30, '40 y '50, ayudando a popularizar el género y sirviendo como trampolín de salida para escritores de la talla de Isaac Asimov o Robert A. Heinlein o editores como Hugo Gernsback, fundador de Amazing Stories. Muchas de las primeras novelas ciencia ficción fueron publicadas por las editoriales de las revistas, que ya antes habían publicado las historias por capítulos. Por ello, aunque las revistas pulp principalmente estuvieran compuestas de Space Opera, su importancia dentro del género es fundamental.

Sin embargo, la Space Opera ha conseguido eclipsar al resto de los géneros, de forma que, hoy en día, muchos asumen que la ciencia ficción es Space Opera, lo que es un error. La Space Opera es un subgénero de la ciencia ficción, un divertimento dentro de un marco que ha dado lugar a obras tan importantes como 2001 o Crónicas marcianas.

Por supuesto, no hay nada reprensible en querer divertirse leyendo las historias de guerreros y princesas marcianas de Edgar Rice Burroughs. El problema es que, cuando un lector de ciencia ficción confiesa su debilidad por este tipo de historias, la mayor parte de la gente se lo imagina vestido con mallas azules y haciendo el saludo vulcaniano o comprando comics poco serios cuyas portadas muestran mujeres ligeras de ropa con el fondo de un planeta anillado...

Pero no todos los aficionados a la ciencia fición lo son a la Space Opera. Por eso, lo que este artículo ha pretendido explicar es que existe una ciencia ficción seria, reflexiva y bien escrita o realizada y que debe ser tenida en cuenta.