Contacto (Término)

De Alt64-wiki, la enciclopedia libre.
Saltar a: navegación, buscar

El contacto con civilizaciones extraterrestres ha sido uno de los grandes temas de la ciencia ficción, hasta el punto de que muchos entienden que la ciencia ficción está plagada de naves espaciales y batallas contra alienígenas.

Es cierto que estos escenarios son habituales en la Space Opera (la ciencia ficción de consumo adolescente), pero han sido numerosos los autores consagrados que han tratado de alguna forma el tema con puntos de vista muy dispares.

La dificultad de la comunicación:

Uno de los aspectos más interesantes del posible contacto es la posibilidad de la comunicación. Y es que ésta es muchas veces difícil entre humanos de diferentes orígenes, con diferencias culturales y marcos de referencia distintos. Así, si la comunicación es difícil ya entre humanos ¿qué esperanzas hay con razas alienígenas, con quienes no compartimos ni tan siquiera las motivaciones más elementales?

Por una parte, encontramos los escenarios más pesimistas, entre los cuales cabe destacar los de Robert A. Heinlein. La personalidad marcadamente individualista de este autor le hacía pensar que las grandes diferencias entre civilizaciones que han surgido y evolucionado separadas haría la comunicación difícil (Estrella doble) cuando no imposible (Brigadas del espacio).

Orson Scott Card hizo también en El juego de Ender hincapié en las dificultades de comunicación. Sus extraterrestres eran cuerpos carentes de voluntad propia, movidos por una entidad central, de forma análoga a como las hormigas individuales carecen de importancia frente a la colonia. Por eso, sus extraterrestes fueron incapaces de comprender la reacción hostil por parte de los humanos cuando en un contacto inicial murieron algunos de éstos: para la supermente alienígena era imposible entender que la pérdida de lo que, a su modo de ver, eran meros cuerpos prescindibles, fuera para los humanos motivo para iniciar una guerra.

En Solaris, Stanislaw Lem asegura que los humanos no buscamos interlocutores, sino espejos: no queremos enfrentarnos a inteligencias diferentes y tratar de entenderlas, sino que queremos interlocutores que tengan puntos de vista similares a los nuestros. Ésta es la causa de la dificultad de comunicación en su novela.

Tales elucubraciones tampoco han sido habituales y los más corriente es encontrarnos con un imperio o una raza extraterestre, a veces deseosos de ayudarnos, otras de dominarnos. Estas eran simples reencarnaciones del típico y simplista conflicto del bien y el mal, identicamente tratados a trols y elfos.

Más audaces en cuanto a ideales fueron quizás las obras que vieron la luz durante los años de la guerra fría, donde el conflicto con los extraterrestres era una manera de soslayar la censura y liberar al espectador de prejuicios, para abordar el problema, real e inmediato, de la comunicación entre los bloques políticos. Así aparecen películas como La guerra de los mundos (1953), en la que los extraterrestres son alegorías del bloque comunista.

Estas diferencias han sido a menudo llevadas al extremo y fusionadas con el terror a lo desconocido, dando paso a una serie de extratrestres sin rastro de humanidad y frecuentemente movidos por un impulso violento. Paradigmáticos son las criaturas del celuloide que amenazan a los humanos, como en La cosa de otro mundo, La invasión de los ultracuerpos o el supremo asesino de Alien.

Sin embargo no hay que olvidar la visión de autores mucho más optimistas como Carl Sagan, que en su novela Contact describe cómo, gracias a la ciencia, humanos y extraterrestres toman contacto y se comunican. Similar opinión parece tener el lacrimógeno Steven Spielberg. No sólo apuesta por el contacto pacífico y aleccionador con la interesante Encuentros en la tercera fase, sino que sus extraterrestres, cuando aparecen, son más bien feos pero entrañables, de grandes ojos enternecedores y capaces de perdonar setenta veces setenta todas las pequeñas torturas a las que el incorregible ser humano es capaz de someterles, como en E.T.

Posibilidades de contacto

La mayoría de los autores de ciencia ficción dan por hecho la existencia de inteligencia extraterrestre y enfocan el contacto como algo ineludible. Existen notables excepciones, como el ciclo de Fundación de Isaac Asimov, en la que el autor, pese a creer en la existencia de vecinos en la galaxia, deliberadamente decidió prescindir de ellos en esta historia.

Las posibilidades reales de contacto han sido estimadas numerosas veces, partiendo en la mayoría de los casos de la ecuación de Drake, con resultados muy dispares. En los años sesenta, aún influenciados por la edad de oro de la ciencia ficción, las estimaciones eran de decenas de miles e incluso millones de civilizaciones. En los años ochenta, la escasez de resultados del programa SETI produjo un enfriamiento de los ánimos y se realizaron revisiones de los términos de la ecuación de Drake mucho más conservadoras e incluso pesimistas.

Artículos relacionados: