Criónica

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La criónica es una técnica que consiste en congelar seres vivos para reanimarlos posteriormente. No debe ser confundida con la criogenia, que es el conjunto de técnicas utilizadas para enfriar un material a la temperatura de ebullición del nitrógeno molecular, ni con la hibernación, que consiste en ralentizar los procesos vitales para reducir el ritmo de envejecimiento.

Así, mientras la hibernación no detiene completamente los procesos vitales, la crionización parece ser que sí que podría hacerlo o, al menos, disminuir su ritmo hasta tal punto que el sujeto crionizado no sufra envejecimiento al encontrarse -literalmente- congelado.

Hay que matizar que existe una barrera crítica para la crionización, como explica Juan Miguel Aguilera en El bosque de hielo, establecida en 130 grados centígrados bajo cero:

"Si los tejidos que componen un cuerpo orgánico son congelados por debajo de esa temperatura, los distintos grados de contracción de la materia generan una tensión que destroza esos tejidos, y las células que los forman, más allá de cualquier recuperación posible."

De hecho, en este relato se postula la existencia de vida a esa temperatura, eso sí, con una percepción del paso del tiempo muy ralentizada debido a la extrema lentitud de sus procesos biológicos. Para estos seres, un año humano equivale aproximadamente a una hora de su tiempo subjetivo.

No obstante, y pese a que la criónica es un concepto de ciencia ficción, se han ido realizando ensayos e incluso existen empresas que garantizan la congelación y mantenimiento de individuos fallecidos con la esperanza de poder reanimarse con la tecnología futura. En este campo, los avances más significativos apuntarían más a la vitrificación orgánica que a la congelación. La vitrificación consistiría en la congelación instantánea de los fluidos orgánicos, saltándose la fase de cristalización para evitar los daños celulares. A pesar de diversos problemas técnicos derivados principalmente de la toxicidad de los materiales conocidos para la vitrificación, al tratarse de un sólido amorfo, el vidrio no produce daños o al menos no daños graves en los tejidos, y la recuperación del cuerpo resultaría más sencilla (si bien aún imposible).

Y aún cuando el cuerpo fuese recuperable, resulta poco probable que esto se consiguiese con ausencia de daños celulares, daños que serían especialmente significativos en el delicado cerebro, produciendo amnesia en el mejor de los casos.

Crionización en la ciencia ficción:

La crionización ha sido tradicionalmente escogida por los autores de ciencia ficción como mecanismo plausible para realizar viajes en el tiempo; hacia el futuro, naturalmente.

Un ser "congelado vivo" puede ser despertado doscientos años después, como en el caso de Miles Monroe en El dormilón (1973), de Woody Allen y llevar así al espectador a una situación que permite el contraste entre ambas épocas.

En la película de Allen la triquiñuela es la excusa para una crítica satírica, pero Robert A. Heinlein ya utilizó el mismo truco para lanzar su previsión de cómo sería un mañana que él, firme creyente en el progreso, preveía siempre mejor. Daniel B. Davies es otro "durmiente" que espera congelado apenas treinta años y se levanta para descubrir el año 2000, en Puerta al verano (1957). Es reseñable que el gusto de Heinlein por las cosas bien hechas le llevan en esta obra ligera a aportar detalles que indican la seriedad con la que se tomaba su trabajo, cuando indica en un párrafo que la técnica futura para la crionización consiste en enfriar el cuerpo de forma instantánea a menos de 200 grados (Fahrenheit), que equivalen aproximadamente a los 130 grados Celsius mencionados como límite biológico para esta técnica.

Mucho más recientemente tenemos otro viajero del sueño frío en la figura de Philip J. Fry (1999), un repartidor de pizza que en la serie de televisión Futurama es crionizado accidentalmente y descongelado 1000 años después. Fry comparte un poco de ambos personajes, su gusto por un futuro lleno de tecnología que hace la vida más cómoda, pero dentro de una trama repleta de ironías que sirve para criticar el presente y el tiempo al que nos encaminamos.

Pero, si Futurama puede ser considerada portadora de una crítica social humorística, en Transmetropolitan (1997) Warren Ellis ya desplegaba una sátira inmiseridorde, en la cual los humanos congelados que despiertan en el futuro apenas lo hacen se vuelven locos debido a lo que ven.

En cuanto a la vitrificación, ésta es la técnica sugerida por Stanislaw Lem en varias de sus obras, como Congreso de futurología (1971), donde el protagonista, Ijon Tichy, sufre un trastorno mental grave que los psicólogos de su tiempo son incapaces de curar, por lo que es entregado al sueño frío con la esperanza de que en un futuro se halle la solución. En Fiasco (1986), Lem vuelve a utilizar la vitrificación como recurso extremo: al quedar varado en medio de un inhóspito Titán, sin posibilidad de rescate, Pirx escoge vitrificarse. La violencia del proceso, que congela el cuerpo instantáneamente, hace que su recuperación en el futuro le dote de unas facciones irreconocibles. Hay que señalar que Lem puede estar cometiendo un error poco esperado de un autor tan serio y con tan buena formación médica, al indicar que el proceso lleva al enfriamiento hasta cero grados kelvin, algo muy difícil de conseguir y, sobre todo, dañino para los tejidos según se ha explicado (al descender la barrera de los 130 grados bajo cero). Sin embargo, al postular que la congelación es instantánea, es posible que evite las diferencias de contracción en los tejidos.

Claro, que no siempre se ha explotado esta posibilidad con la debida corrección y abundan las comedias americanas, descerebradas, que utilizan la crionización como medio de colocar al personaje de turno fuera de su entorno natural, lo que da lugar a la consabida situación ridícula. Por ejemplo, un hombre de las cavernas se queda congelado en la nieve y siglos después es descubierto por unos estudiantes norteamericanos que lo descongelan con un radiador y (vivito y coleando) lo llevan a clase con algún ridículo propósito.

Obvia decir tras lo expuesto que semejante trama es un insulto a la inteligencia en el ámbito de la física, la biología y la historia.