El garaje hermético

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El garaje hermético
Datos de publicación:
Título original: Le Garage hermétique
Fecha de publicación: 1976-1979
Guión: Jean Giraud
Dibujo/Tinta: Jean Giraud
Color: B/N
Editorial: Les Humanoïdes Associés en Métal hurlant #6-41
Otros datos:
Premios obtenidos: No se le conocen
Otros datos: 113 páginas
Saga Major Fatal

Jean Giraud (1976-1979)

El garaje hermético es una historia serializada en la revista Métal hurlant, entre 1976 y 1979. Se comenzó a publicar en el número 6 de la revista, a razón de entre 2 y 4 páginas al mes, prolongándose hasta el número 41.

Sinopsis:

El garaje hermético es un mundo creado por el mayor Grubert gracias al uso de la tecnología de 23 generadores expensores que el permiten transformar un diminuto asteroide en un universo que contiene tres niveles.

El primer nivel es un mundo salvaje, poco poblado. El segundo, contiene populosas ciudades y ruinas de antiguas civilizaciones, los pueblos que lo habitan poseen importantes avances tecnológicos, pero se encuentran poco industrializados. El tercer nivel es el de las máquinas que generan este multiverso solapado.

Grubert, considerado una semidivinidad por los habitantes del garaje, se dedica a observar su devenir desde el exterior del asteroide, a bordo de su nave espacial, el Ciguri. Sin embargo, un poderoso enemigo de Grubert, el nagual, ha enviado a Jerry Cornelius para enfrentarse al mayor e invadir el garaje. Otros personajes internos y externos a ese mundo conspiran igualmente contra el mayor Grubert, quien tendrán que enfrentarse a todos ellos.

El cómic:

El garaje hermético es considerado una pieza maestra de Moebius, esencialmente por la enorme variedad de ideas y conceptos sugeridos, tanto en la trama como mediante el dibujo.

El propio Giraud admitía que el guion se iba improvisando a medida que tenía que realizar la entrega de las siguientes páginas para su publicación, y que deliberadamente buscaba trastocar todos los supuestos anteriores, en un ejercicio que va más allá de la improvisación para centrase en la exploración y la experimentación, a medio camino entre la escritura automática y el surrealismo. Moebius dibujaba un par de páginas que sugerían tramas, personajes y líneas de acción, y en las dos siguientes trataba de subvertir este trabajo, dando giros inesperados y añadiendo personas y tramas que aparentemente no tenían absolutamente nada que ver con los anteriores. Posteriormente, trataba de dibujar nuevas entregas que dieran coherencia a lo anterior, solo para echarlo a rodar de nuevo.

En los capítulos finales, sin embargo, la mayoría de los arcos van convergiendo y la trama se va desarrollando de manera más lineal, hasta cerrar la obra en un modo que, en ciertos aspectos, anticipa el estilo de El Incal (Jodorowsky y Giraud, 1981-1989). El resultado es, sin duda, imaginativo y rico en matices, con la mayoría de las escenas sugiriendo más que desarrollando, creando un mundo extenso y complejo que Moebius seguiría explorando durante décadas.

En cuanto al dibujo, la obra es una muestra perfecta del estilo que caracterizaría al autor: línea clara, dibujo limpio, muy poco cargado de tinta, minucioso en los detalles y tremendamente exótico e imaginativo.

Un cómic realmente especial que requiere una lectura con una actitud proactiva, en la que el lector rellena los abundantes huecos y en el que las historias secundarias y no desarrolladas parecen tan fascinantes como la principal.