El hombre en el castillo

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El hombre en el castillo
Autor: Philip K. Dick
Otros títulos:
Datos de primera publicación(1):
Título original: The Man in the High Castle
Revista o libro: The Man in the High Castle
Editorial: Putnam
Fecha Fecha desconocida de 1962
Publicación en español:
Publicaciones(2): El hombre en el castillo
Otros datos:
Saga:
Premios obtenidos: Premio Hugo
Encuesta Locus de 1998
Otros datos: Adaptada a la televisión
Fuentes externas:
Tercera Fundación Ficha
ISFDB Ficha
Otras fuentes  
Notas:

  1. De la presente variante. Puede haber variantes anteriores. Consultar la fuente externa para ampliar información.
  2. Publicaciones en español las que la presente variante ha aparecido. Puede haber otras publicaciones de esta misma u otras variantes. Consultar la fuente externa para ampliar información.

Philip K. Dick (1962)

El hombre en el castillo es, probablemente, no sólo una de las más conocidas ucronías, sino la obra que mejor representa este subgénero y una de las mejores novelas de Dick. El planteamiento básico, de manera simplista, puede enunciarse con la siguiente pregunta: ¿qué habría ocurrido si Estados Unidos hubiera perdido la Segunda Guerra Mundial?

El escenario:

La causa de la derrota de los Estados Unidos en la novela (el punto Jonbar) es el asesinato de Franklin Delano Roosevelt en 1933. Sin un presidente fuerte, el país es incapaz de recuperarse económicamente de la Gran Depresión y adopta una política aislacionista; por lo que, cuando estalla la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos no pueden hacer frente a Japón en el Pacífico ni, por supuesto, ayudar a Europa en la lucha contra Hitler.

En consecuencia, un Hitler en posesión de armas nucleares domina Europa y África mientras Japón domina el Pacífico y Asia. Los Estados Unidos han sido divididos en tres zonas: una oriental anexionada a Japón, una occidental anexionada a Alemania, y una central libre pero de escasa entidad frente a las otras dos.

En definitiva, el mundo está fuertemente polarizado en manos de dos superpotencias: el Imperio Alemán y el Imperio de los Estados del Pacífico, formalmente aliados pero con estilos de gobierno muy diferentes, lo que les ha llevado a una guerra fría en la que la ventaja tecnológica alemana parece ser decisiva.

La novela:

El argumento de la novela no es único, sino que pueden contabilizarse hasta cinco hilos argumentales (un espía judeo-alemán, un político japonés, un vendedor americano, dos obreros americanos y la exmujer de uno de ellos). La manera en que estas cinco historias se entrecruzan construye una visión muy amplia del escenario propuesto, especialmente de la zona de ocupación japonesa.

A diferencia de otras novelas Dick El hombre en el castillo es especialmente consecuente con el universo que plantea el autor, sin dar lugar a las dudas acerca de la realidad del mundo que parecen sufrir frecuentemente sus personajes. Hasta llegar prácticamente al final de la novela, donde se nos dejará entrever la posibilidad de un multiverso, revelado a través del I Ching y visualizado brevemente, a modo de alucinación, por el señor Tagomi durante una profunda crisis religiosa.

Las cinco tramas se entrecruzan de manera sutil, apenas rozándose, y cada una de ellas aporta una faceta diferente de la vida de las personas en esta zona de ocupación japonesa. Dick se documentó intensamente no sólo en lo correspondiente a la historia del periodo que pretendía “reformar”, sino sobre las bases budistas de la cultura japonesa que quería implantar y adaptar a la América de los años setenta. Esta influencia budista confiere un aire especialmente lírico a ciertas partes de la historia, que deviene en neurótico o contrasta con el materialismo según la situación personal de cada protagonista.

En adición al cuidado excepcional de los escenarios, Dick dedica igualmente una atención especial a los personajes y a su evolución (muy notable, especialmente, la del vendedor, el señor Childan). No existe aquí ningún héroe prototípico (a diferencia de los toscos protagonistas de la mayoría de sus relatos). Cada uno de estos cinco personajes es coherente a su historia pasada y fiel a sí mismo, cinco hombres más o menos normales con defectos y virtudes que se verifican cotidianamente.

Es, sin duda, una de las novelas de Dick mejor construidas y mejor desarrolladas en la que el autor utiliza con maestría (como es habitual en él) los recursos específicos que la ciencia ficción pone a su disposición.

Metaliteratura: La langosta se ha posado:

Entre los ejes principales que vertebran la novela hay un libro: La langosta se ha posado, libro que, a su vez y dentro del universo de la novela, es una ucronía en la que los Estados Unidos ganaron la guerra. No narra la historia real (nuestra historia) sino una tercera línea temporal en la que los Estados Unidos se involucran de forma temprana en la guerra del Pacífico, vencen rápidamente a Japón y, en Europa, la lucha contra Alemania es liderada por Inglaterra tras la derrota de Rommel en el norte de África debido a la traición de Italia.

Hawthorne Abdensen, autor de esta novela de ficción, puede ser interpretado como un trasunto del propio Dick, quien parece utilizar el personaje para proponer unos cuantos guiños al lector, como el hecho de que Abdensen termine admitiendo que escribió La langosta se ha posado siguiendo las indicaciones del I Ching, el que se rumoree que vive en un castillo fuertemente protegido o que en realidad se encuentre de fiesta con unos amigos cuando finalmente aparece como personaje en la novela.

Pero más allá de estas anécdotas, Dick utiliza La langosta se ha posado para hablar de ciencia ficción y de ucronía como género literario. Un recurso muy inteligente mediante el cual explica a un tiempo ambas novelas (la ficticia y la real), y con el que nos deja claro que lo importante no es el desarrollo lógico de las premisas de partida (quien ganó o ganaría en base a qué acontecimiento histórico diferente) sino lo que la(s) novela(s) nos cuenta(n) de nuestra propia realidad.

El hombre en el castillo es una novela que quiere empujar al lector a pensar y cuestionarse la bondad de su propio sistema. Entre otras cuestiones más personales y que desarrolla en las historias individuales, Dick arremete con fuerza contra los totalitarismos de cualquier tipo. Por un lado, la franca distopía que supone el escenario parece quedar enfrentada a la aparente utopía que Abdensen plantea en su libro, pero que esconde también puntos oscuros. Así, Dick duplica su capacidad prospectiva al narrar simultáneamente dos libros.

Al final, Dick parece relativizar la importancia de estos grandes acontecimientos históricos (vista la historia como una fuerza que constriñe al hombre) al desarrollar la obra en base a cinco historias personales. Lo que importa es el individuo, y lo que podemos hacer día a día, parece decir. Y así lo explicita Baynes, el espía alemán que quiere alertar al gobierno japonés de los planes genocidas alemanes: al final, evitar la guerra implica apoyar a la facción nazi más intolerante y cruel; pero cada problema debe resolverse a su tiempo.

Y sin embargo...:

... y sin embargo puede resultar decepcionante en muchos momentos.

En Roma eterna Robert Silverberg incide demasiado en los acontecimientos históricos sin entrar en detalles de la vida cotidiana. En El hombre en el castillo Dick parece cometer el error opuesto. Crea una ucronía para, después, centrarse tanto en la historia particular de cada personaje que se pierde la perspectiva.

El universo del libro es creíble y coherente. Parece plausible y, por muy bien construida que esté la psicología y la vida de cada personaje, la historia parece perder al centrarse en ellas, olvidando (o dejando de lado) la historia política que las rodea.

Premios: