Enseñando a un marciano
Enseñando a un marciano | |
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Autor: | Daniel Mares |
Otros títulos: | |
Datos de primera publicación(1): | |
Título original: | Enseñando a un marciano |
Revista o libro: | Núcleo Ubik nº2 y 3 |
Editorial: | Núcleo Ubik |
Fecha | Fecha desconocida de 1995 |
Publicación en español: | |
Publicaciones(2): | En mares extraños (2004) Prospectivas (2012) |
Otros datos: | |
Saga: | |
Premios obtenidos: | |
Otros datos: | |
Fuentes externas: | |
Tercera Fundación | Ficha |
ISFDB | Ficha |
Otras fuentes | |
Notas: | |
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Daniel Mares (1995)
Enseñando a un marciano es un relato de satírico que narra la resistencia del último hombre vivo tras la invasión alienígena que ha exterminado a todos los terrestres.
El argumento:
Un día, David recibe una visita de un par de marcianos que solicitan su ayuda. Acaban de exterminar a todos los terrestres y necesitan la colaboración de David para entender para qué sirven los aparatos tecnológicos humanos.
David, a medio camino entre el resentimiento y el alivio, deberá aprovechar este desconocimiento de la cultura humana para tratar de sobrevivir y, si es posible, vengar la memoria de sus congéneres muertos, si bien es cierto que nunca les tuvo mucho aprecio.
El relato:
Es inevitable relacionar el tono de este relato, despectivo y satírico, con Marciano, vete a casa, de Fredric Brown (1955). Aunque el desarrollo de los acontecimientos es bien distinto, ambas obras tienen como motor la crítica inmisericorde a la visión campbeliana del héroe de ciencia ficción, de esa humanidad que se sobrepone a cualquier dificultad, rompe cadenas y derrota al malvado extraterrestre.
Así, Mares hace un homenaje a gran parte de aquella ciencia ficción de la edad de oro y de épocas anteriores, poniéndola en su sitio como mera narración, rozando a un tiempo la burla y el cariño entrañable que se tiene de las lecturas primeras. Tumithak de los corredores (Charles R. Tanner, 1932), La guerra de los mundos (H.G. Wells, 1898) e incluso Campo de batalla la Tierra (L. Ron Hubbard, 1982).
El relato está escrito en un lenguaje coloquial, la primera persona del protagonista, dinámico y brillante. El ritmo es rápido pero las ideas calan bien, provocando siempre una media sonrisa entre el humor y la crudeza barriobajera.
Una obra brillante.