Fahrenheit 56K

De Alt64-wiki, la enciclopedia libre.
Revisión de 21:16 22 mar 2011 por F (Discusión | contribuciones) (La obra:)

Saltar a: navegación, buscar
Fahrenheit 56K
Autor: Fernando de Querol Alcaraz
Otros títulos: {{{Otros títulos}}}
Datos de primera publicación(1):
Título original: Fahrenheit 56K
Revista o libro: Libro independiente
Editorial: Bubok
Fecha Junio de 2009 de {{{Año}}}
Publicación en español:
Publicaciones(2): Libro independiente
Otros datos:
Saga: No pertenece a ninguna saga
Premios obtenidos: No
Otros datos: Impresión bajo demanda
Fuentes externas:
Tercera Fundación [{{{URL-3F}}} Ficha]
ISFDB [{{{URL-ISFDB}}} Ficha]
Otras fuentes {{{URL-OtrasFuentes}}}
Notas:

  1. De la presente variante. Puede haber variantes anteriores. Consultar la fuente externa para ampliar información.
  2. Publicaciones en español las que la presente variante ha aparecido. Puede haber otras publicaciones de esta misma u otras variantes. Consultar la fuente externa para ampliar información.

Fernando de Querol Alcaraz ({{{Año}}})

Fernando de Querol Alcaraz (2009)

Fahrenheit 56K es una distopía en forma de obra de teatro que trata principalmente de Internet y de su importancia como medio para garantizar la libertad de expresión en la sociedad actual.

Las premisas:

Esta obra está en gran parte inspirada en la novela 1984 (1949) de George Orwell y en la novela Fahrenheit 451 (1953) de Ray Bradbury.

El escenario en el que transcurre la obra es la clásica distopía orwelliana en la que las libertades individuales son sometidas a la ideología de un partido totalitario encarnado por su lider absoluto. El Partido es corrupto y despótico, persigue a los disidentes, reescribe la Historia (especialmente su propia Historia, a fin de borrar evidencias de las luchas de poder internas que se mencionan en los diálogos) e impone sus doctrinas por la fuerza, características todas ellas que recuerdan a la figura del Gran Hermano.

En este escenario algunos disidentes exponen sus discrepancias para con el Partido por medio de Internet. Ejemplo de esto serían El Maestro y El Hereje que, aún sin estar de acuerdo en algunos asuntos, son tolerantes, están dispuestos a escuchar los argumentos del contrario. Ambos son partidarios de la democracia y la libertad de expresión y piensan que la verdad se defiende con la argumentación y no con la persecución. En su contra hay personajes como El Inquisidor que, al igual que el Partido, desprecia la democracia y la libertad de expresión y piensa que imponer por la fuerza una doctrina es lo adecuado, y asociaciones e instituciones supeditadas al Partido que intentan fomentar una confianza incondicional en las doctrinas oficiales.

Aunque menos opresiva que la obra en la que se inspira, la forma y las referencias son claras y explícitas, sin que haya más innovación que la introducción de Internet dentro de la trama.

La temática:

La obra se centra en estudiar la influencia de Internet en el mundo actual. Sin embargo, el tema queda tratado de forma torpe. Es cierto que Internet permite a los personajes chatear, consultar noticias, comentarios... Pero el principal peso de la información sigue circulado en libros (tanto el Maestro como el Hereje hablan continuamente de los libros que están escribiendo), obviando las posibilidades de foros, redes sociales o fenómenos de como el que ha sido WikiLeaks, en el que a través de Internet se han hecho públicos documentos que revelan secretos y mentiras oficiales.

La obra ignora también por completo las posibilidades de los gobiernos de controlar Internet (tanto más cuanto más despóticos). Resulta curioso que el Partido sea mucho más tolerante en el uso de Internet y su censura de lo que son países reales actuales como China, Corea del Norte, Irán o Arabia Saudí. A pesar de que Internet es el eje de la obra, toda la censura que se ve está limitada a la quema de libros. De esta forma, se pierde por completo el debate de la intervención de Internet por parte de los estados o el debate de hasta qué punto puede ser libre una red que circula por infraestructuras controladas por gobiernos u operadas por grandes compañías de telecomuinicaciones ligadas a o dependientes de ellos.

La obra trata también (o mejor dicho, los protagonistas debaten) acerca de una serie de temas como son la libertad de expresión, la necesidad de debatir y discutir los temas de forma racional, argumentando y razonando y recurriendo al insulto, la libertad de los signos religiosos o de la religión en general, o de las bondades de la televisión. Sin embargo, muchos de estos temas parecen más una demostración de conocimientos por parte del escritor, que menciona una serie de datos poco conocidos, que un debate serio acerca de unos temas en lo que, en realidad, no se profundiza.

La obra:

Todas las escenas de la obra (excepto unas cuantas escenas oníricas casi al final), se apoyan exclusivamente en los diálogos. No hay acotaciones (salvo una pocas indicaciones de pausas o risas) porque no hay nada que acotar: Los personajes no se mueven, no interactúan más que por el diálogo, no entran en escena, no se levantan de sus sillas, no pasean por el cuarto divagando, no se tocan, abrazan, pelean... en definitiva, no hacen nada, sólo hablan.

Es cierto que muchas escenas no lo permiten; son escenas interesantes que se plantean como dos escritorios iluminados en un escenario oscuro en los que los personajes chatean frente a sus ordenadores. Se transmite así muy bien la idea de que se encuentran alejados, conversando por Internet, pero es que incluso en las escenas en las que hay varios personajes en la misma sala (por ejemplo Julia y el Maestro) no hay interacción ni movimiento.

Por otra parte, los diálogos que constituyen el total de la obra son lentos, repetitivos. No sólo es que una misma idea puede ser debatida una y otra vez a lo largo de escenas enteras, es que muchas intervenciones son repetitivas por sí mismas: frases que repiten lo ya expuesto en otras frases del mismo párrafo, palabras repetidas una y otra vez en pocas líneas, en ocasiones dentro de una misma frase...

Los mismos personajes son planos: hombres honrados (El Maestro y El Hereje), con sus diferencias pero respetuosos, El Inquisidor, firme en sus dogmas inamovibles... No hay ambigüedad en ellos, no hay impulsos oscuros en los buenos, no hay gestos de piedad en los malos, los secundarios están sólo para dar pie a los personajes principales y ayudarles a continuar sus exposiciones, no hay evolución ni cambio en ninguno de los personajes...

Esta repetición en los diálogos, así como la ausencia de acción en las escenas (e incluso hasta la inexistencia de una trama real, con planteamiento, nudo, desenlace o conflicto alguno) hace que la obra sea lenta y pesada.

En resumen, una buena colección de ideas argumentadas de forma interesante pero mal hiladas a lo largo de una obra que resulta ser una colección de tópicos larga de leer.

Véase también:

Enlaces externos: