Funes el memorioso

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Funes el memorioso
Autor: Jorge Luis Borges
Otros títulos:  
Datos de primera publicación(1):
Título original: Funes el memorioso
Revista o libro: La Nación
Editorial: La Nación
Fecha junio de 1942
Publicación en español:
Publicaciones(2): Ficciones (1944)
Narraciones (1982)
Artificios (1993)
Otros datos:
Saga:
Premios obtenidos: No se conocen
Otros datos: No hay otros datos
Fuentes externas:
Tercera Fundación Ficha
ISFDB Ficha
Otras fuentes  
Notas:

  1. De la presente variante. Puede haber variantes anteriores. Consultar la fuente externa para ampliar información.
  2. Publicaciones en español las que la presente variante ha aparecido. Puede haber otras publicaciones de esta misma u otras variantes. Consultar la fuente externa para ampliar información.

Jorge Luis Borges (1942)

Funes el memorioso es un relato de Jorge Luis Borges publicado originalmente en el periódico La Nación en junio de 1942, fue recopilado para la antología Ficciones en 1944.

La trama:

Un estudiante porteño (que podría ser el propio Borges) entra brevemente en conocimiento con Ireneo Funes, un joven de Fray Bentos, Uruguay. La primera noticia de él es que es un joven peculiar, capaz de recordar los nombres de todos y de decir la hora con precisión sin poseer reloj. Tiempo después, cuando el estudiante vuelve a Fray Bentos, se entera de que Ireneo ha sufrido un accidente que lo ha dejado postrado en cama y que desde entonces se ha vuelto aún más peculiar.

Funes ahora es capaz de recordar con precisión absoluta cada instante de su vida, cada imagen apenas vislumbrada es reproducida en su memoria al más mínimo detalle, de una manera tan abrumadora que suele permanecer en la oscuridad para reducir los estímulos que el llegan, dedicado por completo a rememorar instantes (o días enteros) de su pasado.

El relato:

Como es habitual, utiliza Borges un estilo de crónica que el permite atacar la esencia del relato. El narrador y sus circunstancias poco importan, aunque estos aspectos no son descuidados: Borges crea un escenario muy vívido acudiendo a algunos rasgos definitorios, como el uso del lenguaje y de las referencias, localistas.

Pero la esencia del relato, el novum, es el propio Funes y su asombrosa capacidad para el recuerdo, lo que permite a Borges especular y reflexionar sobre el papel de la memoria. Es en este punto -la adopción de una premisa plausible, que determina la esencia del relato, pero que se aparta de la estrictamente real- donde podemos establecer paralelismos entre este cuento y el género de ciencia ficción.

Como decimos, Borges no se limita a proponer un acontecimiento asombroso, que puede concitar el sentido de la maravilla en el lector, sino que reflexiona y especula sobre un aspecto esencial del ser humano: la capacidad del olvido y su utilidad.

Funes lo recuerda todo con tal perfección que le cuesta trabajo generalizar conceptos: cada perro que ha visto es esencialmente un objeto distinto, perfectamente diferenciado, que no le cuesta ningún trabajo evocar. Es más: un mismo perro, en distintos momentos, también son objetos distintos.

Sugiere el narrador que Ireneo, pese a lo asombroso de su capacidad, era incapaz de pensar, ya que no era capaz de realizar generalizaciones ni abstracciones: toda su experiencia es sensorial. Se trata de un talento desperdiciado, en suma, una tragedia "funesta", ya que ha llevado a la muerte en vida de Ireneo, que se recrea en el pasado y en el instante, que reproduce pero no crea nada nuevo.

Es interesante también la propuesta tangencial que hace Borges acerca de la naturaleza del tiempo. Si para Funes el perro de la mañana no es el mismo que el perro de la tarde, tal vez no lo sean en verdad. Nuestra percepción de que sí somos los mismos a través del tiempo no es más que una generalización, una abstracción. Nuestra concepción del individuo (perro, persona o silla) no se corresponde con algo concreto, sino a una reducción más o menos burda de características esenciales. Todos los perros a lo largo de la línea temporal existen simultáneamente para Funes.

Y tal vez sea así. Desde el advenimiento de la mecánica relativista, los humanos hemos empezado a concebir el tiempo un poco de esta manera, como una dimensión más, lo cual tiene implicaciones muy poco intuitivas que van en esta línea.