Gatos en la ciencia ficción

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Revisión de 18:50 25 ago 2008 por Venom (Discusión | contribuciones) (Autores y gatos:)

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Curiosamente, los gatos, más que ningún otro animal terrestre, han tenido una especial significación en las historias de ciencia ficción, bien como elementos que añaden detalle a la personalidad de alguno de los protagonistas o desempeñando ellos mismo un papel importante en la trama.

Autores y gatos:

A veces, los gustos personales de los autores son los que determinan que estas mascotas aparezcan en sus obras, como una especie de homenaje o demostración de cariño.

Así, es especialmente relevante el caso de Robert A. Heinlein, quien incluyó gatos en varias de sus novelas y relatos. Heinlein admiraba profundamente a este animal, por su independencia y orgullo, y así queda demostrado en obras como Puerta al verano (1957); pero también en las anécdotas que cuentan otros autores que le conocieron, como Asimov o Clarke. Philip K. Dick llegó incluso a retratar la notable atención que dedicaba el americano a los felinos en un cuento cómico, Araña de agua (1964).

Gatos y naves espaciales:

Además de Heinlein muchos otros autores han dado un papel de importancia a los gatos. En la serie de televisión Enano Rojo (1988), uno de los cuatro compañeros iniciales es precisamente el descendiente de una primera gata preñada introducida en la nave tres millones de años atrás. Esta gata, llamada Frankenstein, se salvó del accidente que acabó con la tripulación y su descendencia pobló las bodegas de la enorme nave.

Otra nave repleta de gatos es el nave sembradora que pilota el gordinflón Tuf en la novela de George R.R. Martin, Los viajes de Tuf (1985). En este caso, la manada de gatos sirve para caracterizar rápidamente a Tuf como excéntrico y poco sociable, a semejanza de la tradicional ancianita que vive rodeada, claro, de gatos y horroriza al vecindario. Heinlein, dicho sea de vuelta, también elaboró una divertida narración con una nave llena de gatos.

De alguna forma, los autores estiman que naves y gatos pegan bien, y gran parte de culpa puede tenerla la película de Ridley Scott, Alien, el octavo pasajero (1979), donde el gato de la teniente Rippley es uno de los pocos supervivientes y protagoniza dos escenas para el recuerdo. Una, la tensión y el primer plano de la cara del gato cuando detecta al horrible alienígena asesino; y la segunda aquella en la que Rippley, irracionalmente, decide volver a rescatar a la mascota.

En cierta forma, Me pareció ver un lindo gatito (1998), de Eduardo Gallego y Guillem Sánchez, es un homenaje a aquella película, aunque en el divertido cuento de los españoles se añaden otros detalles y el propio gato tiene una relevancia mayor, casi protagonista.

Mujeres gato:

Pero aunque se puede rastrear la pista de muy diversos gatos por las páginas y las imágenes de una gran cantidad de obras de este género, el icono por excelencia que ha traído al gato al protagonismo, sobre todo de las pantallas, es el de la mujer gato o chica gato.

Sensuales y muy femeninas, suelen resultar une estereotipo fácil de identificar y abundante en la Space Opera, siendo rara la nave de exploradores o saqueadores espaciales que no cuenta entre sus filas con una hembra que coincida con estas características.

Chiana en Farscape (1999) es quizás una de las últimas chicas gato extraterrestres, cuya historia se remonta a los mismos principios del pulp y la serie B (Las mujeres gato de la luna, 1953)

Por supuesto, no hace falta haber nacido en otro planeta para ser o convertirse en una felina con dos largas piernas. De hecho, una de las más antiguas mujeres gato es Catwoman, la gata de DC protagonista de películas como Batman Returns (1992) o Catwoman (2004), gata ladrona que también ha dado origen a toda una estirpe de atractivas asalta museos.

Sean exóticas extraterrestres, avezadas ladronas o producto de la Ingeniería genética como la protagonista de Dark Angel (2002), conservan todas ellas ciertas características comunes que las hace fácilmente identificables: independientes y egoístas como los gatos, pero también manipuladoras y seductoras, con tendencias al lujo, la cleptomanía y el flirteo.

Podemos apreciar aquí una visión de la mujer muy ambivalente, remarcando su veleidosidad y su voluptuosidad. Algo que no ocurre con los escasos hombres gato, que suelen mostrarse mucho más viriles y agresivos, tendentes más bien al pecado de orgullo.