La broma infinita

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La broma infinita
Autor: David Foster Wallace
Otros títulos:
Datos de primera publicación(1):
Título original: Infinite Jest
Revista o libro: Infinite Jest
Editorial: Little, Brown
Fecha Fecha desconocida de 1996
Publicación en español:
Publicaciones(2): La broma infinita
Otros datos:
Saga:
Premios obtenidos:
Otros datos:
Fuentes externas:
Tercera Fundación Ficha
ISFDB Ficha
Otras fuentes  
Notas:

  1. De la presente variante. Puede haber variantes anteriores. Consultar la fuente externa para ampliar información.
  2. Publicaciones en español las que la presente variante ha aparecido. Puede haber otras publicaciones de esta misma u otras variantes. Consultar la fuente externa para ampliar información.

David Foster Wallace (1996)

La broma infinita es una novela del neoyorkino David Foster Wallace, considera la obra cumbre de este autor y uno de los ejemplos más claros de la literatura postmoderna.

Sinopsis:

En un futuro no muy lejano Estados Unidos ha pasado por una reconfiguración territorial para unirse políticamente con sus vecinos Canadá y México, el descubrimiento y desarrollo de la fusión anular ha solucionado definitivamente el problema energético y la emisión por televisión ha desaparecido para ser sustituida por la diseminación de contenidos a través de Interlace, una especie de internet orientada al entretenimiento.

En este contexto, fuerzas insurgentes de Quebec que desean la des-anexión de la ONAN (Organización de Naciones de América del Norte) y el nuevo departamento de Servicios Especiales de Estados Unidos mantienen una lucha oculta por hacerse con un cartucho de entretenimiento supuestamente mortal.

El autor de la obra sería el difunto James O. Incandeza, genio de la óptica que contribuyó definitivamente al desarrollo de la fusión anular y talentoso tenista en su juventud, que en sus últimos años se dedicó a la realización de cine experimental, alcanzando un controvertido éxito entre la crítica.

La novela:

Nos encontramos ante una obra descomunal de más de mil páginas, a las que habría que añadir otras cientos de anotaciones, aclaraciones e historias anidadas incluidas y numeradas al final de la novela. Los personajes son numerosos y el lector puede llegar a quedar abrumado por la continua aparición de nuevas figuras en los primeros episodios (la obra no está dividida en capítulos). Finalmente, las historias principales se centran en no más de cuatro o cinco de ellos, y especialmente en Hal Incandenza, hijo del difunto autor de entretenimientos, un adolescente de mente brillante y gran promesa del tenis; y Don Gately, un ex-convicto y ex-adicto en rehabilitación.

Decenas (¿cientos?) de historias se entremezclan, con numerosos puntos de vista, creando un tapiz que define el mundo imaginado por Wallace con una pormenorización titánica.

La profusión de estilos y temáticas es deslumbrante, y aún más la habilidad del autor para no caer en la pedantería pese a la desbordante exhibición de cultura que se sucede página a página. A ello contribuye, sin duda, un inteligente sentido del humor, negro, muy ácido, que provoca en el lector risas al tiempo que contempla auténticas catástrofes del alma humana.

¿Ciencia ficción?:

Obviamente, la novela adopta varios tópicos del género, sin miedo a integrar esta literatura popular dentro de una obra de aspiraciones cultas. La reconfiguración territorial, la fusión anular, la aparición de la diseminación por Interlace o la creación de una película tan entretenida que el espectador no puede dejar de verla y muere por inanición... por sí solos serían suficientes para determinar que estamos ante una obra de ciencia ficción.

Pero hay que reconocer que en gran parte de la obra estos signos de ficción son apenas un reflejo en el escenario, sin auténtica influencia en la trama, que parece girar primordialmente en torno al uso y abuso de las drogas y de las dependencias en general, sean físicas o anímicas.

Sin embargo, como hemos mencionado ya, La broma infinita es una obra dilatada y compleja que termina por funcionar como un puzle en el que se integran todas las piezas, las pequeñas y grandes historias que se nos narran.

Efectivamente, la obra aborda la fragilidad individual y social al enfrentar el derecho a la autodeterminación -derecho a la libertad personal- al problema de la adición. Libertad, mal entendida o mal definida, para elegir el entretenimiento (palabra escogida sin descuido por Wallace), entretenimiento que nos hace perder la libertad. Y aquí es donde aparece el mortal cartucho de entretenimiento como el novum que utiliza el autor para abordar el tema desde una perspectiva propia de la ciencia ficción, la prospectiva. La posibilidad de la existencia de esa película es lo que pone en acción la trama de espionaje, la lucha entre americanos y quebequeses, cuyo odio se asienta en las raíces de las reconfiguración y su relación con la fusión anular, que ha dejado una zona inhabitable en la frontera con la región francófona, donde las mutaciones y la miseria se han multiplicado.

La fusión anular y la manera en que se efectúa la reconfiguración no es más que otra faceta de la sociología que ha llevado a que gran parte de la población a tontear con un sistema de abuso y retribución que se repite en estructuras transnacionales.

En última instancia, en la misma línea de obras como Crash (J.G. Ballard, 1973) la novela aborda el problema de la alienación del hombre (post)moderno, perdido en una vorágine de elecciones que parecen intrascendentes, tentado por la posibilidad del escapismo e incapaz de conectar emocionalmente con sus semejantes. Todo esto podría haberlo asumido Wallace desde la factura de una obra de corte realista, pero la ciencia ficción prospectiva se demuestra en este caso como la herramienta idónea, magníficamente utilizada por el autor.