La guerra de los mundos (Película 1953)

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La guerra de los mundos (Película 1953)
Ficha técnica
Título original: War of the Worlds
Nacionalidad: EE.UU.
Estreno 1: 29 de julio de 1953
Duración: 85 min.
Ficha artística
Dirección: Byron Haskin
Guión: Barré Lyndon (basado en la novela de H.G. Wells La guerra de los mundos)
Producción: George Pal, Cecil B. DeMille y Frank Freeman Jr. para la Paramount
Fotografía: George Barnes B/N
Música: Leith Stevens
Reparto: Gene Barry, Ann Robinson, Les Tremayne, Robert Cornthwaite, Sandro Giglio, Lewis Martin...
Información suplementaria
Otros datos: Dirección artística:
Albert Nozaki y Hal Pereira
Imdb: Ficha en Imdb
Notas:
  1. Fecha de primer estreno. No tiene por qué coincidir con el estreno en salas comerciales o emisión en abierto; puede ser en premieres, festivales u otras formas de distribución reducida o exclusiva.

Byron Haskin (1953)

Byron Haskin (1953)

Introducción:

Hacia mucho tiempo que la famosa novela de H.G. Wells había despertado el interés de importantes estudios y productores para realizar su adaptación cinematográfica. Uno de los primeros en interesarse por ella fue Cecil B. DeMille y la Paramount compró los derechos a Wells en 1924, poco interesado. Wells aducía que el tema tratado en su novela había caducado (el colonialismo y la encorsetada sociedad victoriana), pero la historia que servía de camuflaje para aquella crítica, la invasión marciana, tenía mucho tirón entre sus lectores.

No obstante, DeMille tuivo que darse por venciado ante las dificultades técnicas de hacer creíble la tecnología alienígena y el proyecto fue olvidado.

Más tarde, Sergei Einsenstein también se interesó por realizar uan adaptación, esta vez sí con el entusiasmo de Wells, admirador del cineasta ruso. Sin embargo, Einsenstein perdió el interés por el proyecto, que fue nuevamente abandonado. Y una vez más en 1932 cuando el hijo de Wells hizo una nueva versión del guión para Robert Fellows, quien se marcharía de la Paramount con los planes muy avanzados. Incluso Alfred Hitchcock se interesaría por hacer una versión moderna que no despertaría el interés del novelista.

El éxito de la versión radiofónica de Welles parecía una buena oportunidad para atraer el interés del público hacia este proyecto, pero la proximidad de la Segunda Guerra Mundial lo haría poco conveniente.

Y así, hasta la década de los cincuenta, cuando el surgimiento de las películas sobre platillos volantes volvía a poner de actualidad la idea de Wells.

La adaptación:

La versión producida por George Pal (fichado por Paramount tras su enorme éxito Con destino a la Luna, 1950 y que ya había producido para la compañía la también notable Cuando los mundos chocan, 1951) se ajustaba bastante a la novela original, al menos en lo fundamental: una invasión extraterrestre, gracias a su superior tecnología, doblega sin dificultades a la raza humana y ni siquiera la nación más poderosa del planeta puede hacer nada por evitarlo.

Respeta incluso parte de la idiosincrasia del protagonista, que si bien en la película se trata de un apuesto científico (personaje característico de todas las películas de ciencia ficción de esa época), al menos si se pasa gran parte del tiempo buscando a su compañera sentimental mientras la sociedad se derrumba.

Aunque la historia es emocionante y los efectos especiales son espectaculares para aquella época, es difícil encontrar el parte alguna del metraje indicios de la critica social que empujó a Wells a escribir su obra.

Especialmente sangrante es el tratamiento dado a la religión. En la novela original la religión mostraba su inutilidad cuando es enarbolada como una creencia mágica. Wells trata con dureza la actitud de confiar en una justicia ultraterrena como excusa para desentenderse de la acción práctica, de la lucha en el presente. En la película, la religión sin embargo adquiere un papel relevante y positivo. Parecen querer decirnos: "cuando todo ha fracasado, aún podemos confiar en Dios". Y así, incluso las salvadoras bacterias que traen la ruina a los marcianos son un instrumento divino, colocadas en la Tierra por Dios, en su infinita sabiduría.

Esto podía haber sido radicalmente distinto, sobre todo cuando durante gran parte de la película el análisis de la sangre marciana se convierte en una fuente de esperanza cuando incluso el uso de la bomba atómica ha sido ineficaz. Así, el científico protagonista se muestra esperanzado y afirma que si no se ha podido nada contra su maquinaria tan superior, habrá que atacar directamente a los marcianos, quizás con algún agente biológico, siendo esta una curiosa ocasión en la que se deja entrever la posibilidad del uso de armas biológicas de destrucción masiva.

Pero a pesar de estas discrepancias con la obra inspiradora, se trata de una película muy entretenida e interesante que quedó justamente marcada en la memoria de una generación, sobre todo por el realismo de sus efectos especiales y de su magnífico sonido.

Premios:

Obtenidos:

  • 1953: Premio Hugo a mejor representación dramática
  • 1954: Oscar a mejores efectos especiales
  • 1954: Golden Reel a mejor edición de sonido

Finalista:

  • 1954: Oscar a mejor edición
  • 1954: Oscar a mejor sonido