Metrópolis de Osamu Tezuka

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Nota: Este artículo se refiere a la película de animación de Rintaro. Para otros usos ver Metrópolis.

Metrópolis de Osamu Tezuka
Ficha técnica
Título original: Metoroporisu
Osamu Tezuka no Metoroporisu
Nacionalidad: Japón
Estreno 1: 26 de mayo de 2001
Duración: 123 min.
Ficha artística
Dirección: Rintaro
Guión: Katsuhiro Otomo basado en el manga de Osamu Tezuka
Producción: Yutaka Maseba para Bandai Visual, Mad House, Toho y otras
Fotografía: Hitoshi Yamaguchi
Música: Toshiyuki Honda
Reparto: Sin actores
Información suplementaria
Otros datos: Dirección artística: Shuichi Hirata
Imdb: Ficha en Imdb
Notas:
  1. Fecha de primer estreno. No tiene por qué coincidir con el estreno en salas comerciales o emisión en abierto; puede ser en premieres, festivales u otras formas de distribución reducida o exclusiva.

Rintaro (2001)

Antes de nada, hay que avisar al espectador desprevenido de que esta obra de animación japonesa no es un remake de la película de Fritz Lang, sino una adaptación al anime del manga de Osamu Tezuka, el cual sí que estaba inspirado en la obra de Lang, pero muy lejanamente, sin tomar de ella apenas el escenario y unos pocos detalles, como el protagonismo de un robot femenino y la lucha de clases.

La trama:

Un detective privado japonés, llamado Shunsaku Ban, y su sobrino Kenichi viajan a Metropolis en busca del doctor Laughton, buscado internacionalmente por delitos contra la humanidad entre los que sobresale el tráfico de órganos humanos. Al llegar solicitan la ayuda de las autoridades para investigar, pero debido a la inauguración del Zigurat, una gigantesca torre que se ha convertido en el emblema de la ciudad, tan sólo pueden proporcionarles la ayuda de un robot policía que les sirva de guía por los diferentes niveles. Cuando están investigando en el primer nivel, el situado inmediatamente bajo el suelo, se desencadena un gran incendio en una fábrica. Allí, se separan y Shunsaku descubre al doctor Laughton moribundo, mientras que Kenichi rescata de entre las llamas a una muchacha, Tima, quién no recuerda nada.

Comienza así una huida por los subniveles de la ciudad perseguidos por un muchacho armado que pretende matar a Tima, Rock, jefe de los marduk, una organización paramilitar encargada de eliminar a los robots díscolos.

Entretanto, en la ciudad, aprovechando estos incidentes, se está fraguando una revolución proletaria apoyada por el gobierno, que pretende dar un golpe de estado al Barón Rojo, dueño real de Metrópolis y del Zigurat, edificio que en realidad es un terrible arma capaz de generar explosiones nucleares y de alterar el comportamiento de los robots.

En medio de este huracán, Tima parece ser la pieza clave, ya que en su naturaleza esta la respuesta del uso secreto del Zigurat.

El guión de Otomo:

Como ya se ha comentado, la obra está basada en el manga homónimo de Osamu Tezuma, considerado el padre del anime (ya que fue la principal figura de su desarrollo tras la Segunda Guerra Mundial). La obra de Tezuka, no obstante, había de ser convenientemente adaptada al formato del largometraje, y de ello se encargó Katsuhiro Otomo, admirador suyo y uno de los grandes magakas que recogió el testigo de Tezuka.

La mano de Otomo se hace notar ya desde una de la primeras escenas, en la que asistimos a la neutralización, por parte de los marduk, de un robot perdido en el nivel superior. El tiroteo y la sensación de represión fascista implícita en la violencia contra la máquina evoca sin posibilidad de equivocarse a una escena similar con la que se abría Akira (1988), donde un miembro de los terroristas rebeldes era abatido de manera inmisericorde por decenas de soldados en la inhumana Neo-Tokio.

En verdad, Otomo debe mucho a Tezuka, por lo que no termina de quedar claro hasta dónde llegaba la obra original y cuales han sido las aportaciones concretas de Otomo. La trama abierta en diversos frentes, las intrigas políticas, el protagonismo de la juventud, la violencia de las armas, los movimientos insurgentes y, en definitiva, la multitud de personajes arrastrados por los acontecimientos, son signos identificativos de la obra de Otomo que están presentes en la película.

El aspecto visual:

Uno de los logros más interesantes de la obra es la ambientación de la ciudad, Metrópolis. Se trata de una urbe futurista directamente inspirada en la descrita por Lang. En su superficie, queda la imagen utópica que se ofrece al exterior: enormes rascacielos, diversos tipos de transporte, silenciosos y limpios (coches flotantes, monoraíles... y en el cielo, cepellines). Pero bajo su suelo se extiende otra parte menos luminosa, dividida en tres subniveles, cada uno más degradado que el anterior. En el nivel 1 se encuentran los obreros, habitando un intrincado laberinto de callejas oscuras, en el nivel 2, la central eléctrica que abastece a la ciudad, y en el nivel 3, la depuradora de aguas residuales, un nivel en el que sólo los robots son capaces de permanecer. De esta forma se introducía el conflicto entre clases motor de la obra de 1927. Arriba los ricos y abajo los obreros.

Pero lo que da verdadera entidad al escenario es la multitud de pequeños detalles, colocados por doquier, como el aspecto retro de numerosos aparatos que nos traslada a la edad de oro de la ciencia ficción, a ese tiempo tan bien definido por William Gibson en El continuo de Gernsback (1981) y homenajeado en muchas otras ocasiones. Gigantescos aviones con varias cubiertas, teléfonos de ruleta y trompetilla, hoteles para turistas en el interior de vagones de tren de principios del siglo XX, grandes mecanismos dentados... todo ello sin renunciar a pantallas de ordenador o pistolas automáticas.

A este respecto, la generación de entonos de aspecto tridimensional mediante el diseño por ordenador proporciona a la película el aspecto brillante y nuevo de esta utopía tecnológica. Por contra, los personajes han conservado el aspecto que originalmente les dio Tezuka, cuerpos infantiles y redondeados con una proporción de cuatro cabezas, ojos enormes y manos de cuatro dedos, todo ello propio de la primera etapa plástica de mangaka que prácticamente creo el canon del personaje de manga que conocemos. De hecho, este dibujo propio de la década de los sesenta es una característica más del retrofuturismo de la serie. Posiblemente, los productores quisieron recuperar ese aspecto como homenaje y fidelidad al original de Tezuka, y por ello contrataron como director a Rintaro, quien fue colaborador suyo en la dirección de la mítica serie animada Astroboy (1963).

El tema:

La película, al igual que el manga original, trata diversos temas de forma simultanea a la historia de aventuras. Uno de los primeros y más evidentes es el apartheid impuesto a los robots, como máxima expresión de la desigualdad de clases que hilaba la acción en la película de Fritz Lang.

No se trata ya de una sociedad polarizada entre obreros y burgueses, pobres oprimidos y ricos opresores. Nos encontramos con este tercer conjunto social, carente de derechos, auténticos esclavos y blanco del odio de los propios trabajadores, que ven en ellos la causa de sus males, al achacar la pérdida de trabajo a la mecanización de la ciudad. Por ello, descargan sobre ellos su frustración, llegando a atacarles impunemente.

Hay que tener en cuenta que no se trata en este caso del sabotaje de simples máquinas. Aunque en ningún momento es explícito, la relación de los protagonistas con los robots hace intuir que estos, aunque no posean sentimientos (algo también discutible), sí poseen una evolucionada inteligencia artificial, así como un código moral. Este código intuitivo es similar a las tres leyes de la robótica de Isaac Asimov, con la salvedad de que no está escrito. El robot es desprendido, valiente y sacrificado.

Esto coloca al espectador ante un dilema más adulto en el que los malos no son tan malos y los valientes revolucionarios tampoco son unos santos. Atlas, el líder de la revuelta, al ser interpelado por el robot policía acerca de por qué el ser humano tiene que resolver sus conflictos a través de la violencia, responde melancólicamente que debe ser a causa de los sentimientos: llegados a cierto punto, no se puede hacer otra cosa que seguirlos. Acto seguido, pega un tiro al robot y comienza el intento de golpe de estado.

Premios:

Finalista:

  • 2001: Fant-Asia Film Festival: mejor película de animación
  • 2001: Festival de Sitges: mejor película
  • 2003: Premio OFCS (Online Film Critics Society) a mejor animación
  • 2003: Premio Saturn a mejor edición en DVD