Paradojas temporales

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Las paradojas temporales son absurdos lógicos o incongruencias que resultan de la hipótesis de que es posible viajar al pasado.

Según nuestra lógica, los eventos pasados están fijos y siguen una línea de causalidad en la que sólo han influido en ellos acontecimientos anteriores. Es decir, no es posible modificar o causar acontecimientos pasados. Sin embargo, si los viajes temporales son posibles, si fuera posible viajar al pasado (o volver del futuro después de haberlo observado), cabría la posibilidad de tomar decisiones o provocar situaciones que alteraran acontecimientos que suponemos inalterables. Estas situaciones, en tanto que desafían la lógica a la que estamos acostumbrados, reciben el nombre de "paradojas temporales".

Numerosos autores (y filósofos) han tratado de encontrar algún tipo de explicación a estos hechos, bien planteando soluciones que implican universos paralelos, bien siguiendo líneas argumentales en las que las aparentes paradojas se resuelven mediante acontecimientos no previstos (pero sin romper la línea de causalidad) o, simplemente, concluyendo que las paradojas temporales son la prueba de que el viaje al pasado es imposible.

Paradoja abierta:

Es la primera y la más fácil de comprender.

Si es posible viajar al pasado, un hombre podría hacer el viaje y matar a su padre antes de que hubiera conocido a su madre. Entonces, si su padre y su madre no se conocieron, ¿cómo pudo él nacer?

La solución que muchos han aceptado para esta paradoja es la existencia de universos paralelos. Es decir, el tiempo discurre de forma lineal pero, cuando el viajero temporal viaja al pasado, en el instante de su llegada el universo se divide en dos ramas que circulan de forma paralela. En una de ellas, la original, el viajero temporal hizo el viaje, pero su padre sigue vivo. En la otra rama sus padres no llegaron a conocerse (su padre murió) y él nunca nació.

El problema para el viajero es que ha quedado atrapado en este segundo universo. Un segundo viaje al futuro, a la fecha del inicio de su viaje, la haría a lo largo de la línea temporal de este segundo universo, por lo que llegaría a un instante en el que sus padres no se habrían conocido, él no habría nacido y, por supuesto, nadie le conocería. Volver a su punto de partida original significaría no sólo viajar al futuro, sino viajar al futuro de un universo en el que él ya no se encuentra y en el que, si llega, su padre nunca habría muerto.

Paradoja cerrada:

En esta paradoja el viajero espacial se dirige al pasado y, al hacerlo, provoca un suceso que ya era cierto en su presente cuando él inició el viaje. Por ejemplo, un estudioso de Shakespeare decide viajar a la Inglaterra del siglo XVII para investigar el entorno original de este autor. Durante el viaje lleva consigo, como material de consulta, un libro con sus obras completas. Al volver descubre que olvidó en casa de Shakespeare dicho libro: Shakespeare nunca compuso nada, simplemente copió el libro.

En uno de sus relatos Philip K. Dick plantea un caso singular de paradoja cerrada. Tomando imágenes del futuro, los investigadores han visto una plaga de insectos que acaba con la humanidad. Envían a un viajero al futuro para investigar el tema. Éste, tras no descubrir nada, regresa al presente trayendo en su nave las larvas de los insectos.

Es decir, que mientras en la paradoja clásica se viaja al pasado para provocar el presente, en la versión de Dick es el regreso de un viaje al futuro el que provocará los cambios que darán lugar a dicho futuro.

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Tercera Fundación

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