Religión en la ciencia ficción

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La religión, como un elemento más de la cultura humana, también se ha visto reflejada en la ciencia ficción, enfocada desde muy diversos puntos de vista según las intenciones de cada autor e incluso de sus propias creencias.

Podemos encontrar autores que tratan la religión como una muestra cultural más, no diferente en esencia de cualquier otro elemento folclórico. Otros van más allá y enfocan la religión como un motor, un poder social y político que rinde trabajo a quien la maneja. Finalmente, también existen autores con sólidas creencias religiosas cuya fe impregna sus escritos.

Se dan así varias formas de representar la religión en la ciencia ficción.

Religión en la ciencia ficción:

Antes de entrar en materia, quizá sería interesante citar las palabras de Orson Scott Card en Mapas en un espejo. Según este autor,

"la ficción especulativa y en concreto la ciencia ficción es el último baluarte de la literatura religiosa estadounidense."

Su razonamiento es que la llamada literatura religiosa es, principalmente, proselitista. No trata de abordar el interrogante que supone Dios, sino que, como ironiza Card, se limita a plantear que:

"¿No es maravilloso que nosotros comprendamos la verdd y vivamos acorde a ella, y no es una pena que esos pobres diablos se queden al margen?"

Por otra parte, y siempre según Card, la mayor parte de la literatura "seria" evita la cuestión o la trata de soslayo. Asegura que:

"(...) en las historias 'verdaderas' que hoy se cuentan, para explicar la conducta humana hay una tendencia a soslayar el análisis del propósito, del motivo. Solemos aceptar que una causación mecánica -sin propósito- explica las cosas que hace la gente."

Tras esta argumentación asegura que la literatura especulativa sí aborda estos temas. Sin embargo, establece una diferencia entre la fantasía y la ciencia ficción. Según Card, la primera no puede abordar la especulación acerca de un motivo, ya que los dioses son algo real; la fantasía puede abordar el ámbito de lo mítico. Sin embargo,

"No ocurre lo mismo en la ciencia ficción. Sólo allí la búsqueda del diseñador sigue con vida, y el interrogante es explorado en honduras que resultarían imposibles a ningún otro género (...)."

Afirma después que la obra de Isaac Asimov es profundamente religiosa ya que, según Card, la existencia del plan Seldon es una exploración por parte del buen doctor en la existencia de un motivo último en el universo. Esto, por supuesto, es discutible; nada hay más irritante para un ateo (y Asimov lo era) que una persona creyente retorciendo argumentos para ver motivos religiosos donde no los hay.

En todo caso, las palabras de Card sirven para mostrar que la ciencia ficción no sólo no rehuye el tema religioso, sino que puede constituír un vehículo válido para el mismo.

Puede haber diferentes enfoques del tema religioso dentro de la ciencia ficción, dependiendo del grado de importancia que el autor le dé. Así, en algunas obras la religión es simple tramoya, un elemento escénico sin más pretensiones que lograr una determinada ambientación, mientras que en otras se convierte en el eje fundamental de la misma.

La religión como marco de la historia:

La religión puede ser, como ya se ha dicho, un elemento escénico de la acción, sin que el autor tenga intención alguna de plasmar en su obra inquietudes religiosas.

La religión aparece como elemento de ambientación en Fundación (1951), en concreto en el relato Los alcaldes, publicado en Astounding ya en junio de 1942. En este pasaje, La Fundación se vale de la religión para dominar a los reinos que la rodean. Igualmente podría haberse valido de otros medios pero, como los propios protagonistas comentan, la religión estaba ahí, ellos sólo siguieron la línea de mínima resistencia.

A pesar de ser un elemento accesorio (pues la historia no profundiza en ello) la religión (en concreto el cristianismo) es fundamental en el relato La estrella (1955) de Arthur C. Clarke. En él un grupo de exploradores espaciales llega a un sistema planetario que orbita los restos de una supernova. En uno de los planetas encuentran una cúpula en cuyo interior están almacenados para la posteridad los registros de una antigua raza extraterrestre. En estos registros pueden ver que una civilización avanzada, con un gran sentido artístico y una gracia suma. El final revela las dudas teológicas del protagonista, sacerdote católico, cuando los cálculos astronómicos revelan sin lugar a dudas que la explosión de la supernova fue la estrella que guió a los reyes magos a Belén.

En el relato Cántico por Leibowitz (1955), tras un holocausto nuclear unos pocos monjes atesoran el saber de épocas pasadas con la esperanza de que en el futuro los legajos que conservan puedan ayudar a los sabios a reconstruír el mundo. La motivación, evidentemente, no es indagar acerca de la religiosisidad del ser humano, sino trasladar a un futuro apocalíptico la estética medieval de los monjes escribas, perpetuando el saber generación tras generación.

Lo mismo ocurre en la primera temporada de la versión de 2003 de la serie Galáctica. Aquí, los cylon, pese a sus orígenes robóticos, mantienen la creencia de que son los nuevos hijos de Dios y que existe un plan divino que los conduce hacia la victoria. De esta forma, la religión les sirve de motivación y razón para exterminar a los humanos.

Cabe destacar que los dos últimos ejemplos evolucionaron hacia obras en las que la religión sí tomaba más fuerza. El relato Cántico por Leibowitz se convirtió en 1960 en una novela que sí aborda la religión de una forma más profunda; Temporadas posteriores de Galćtica sí dieron un mayor peso a la religión, insuflando en los actos de los protagonistas una especie de predestinación y mesianismo.

La religión como objeto de crítica dentro de la historia:

La ciencia ficción a menudo cumple el papel de espectador crítico de la sociedad. Puesto que la religión forma parte (fundamental en ocasiones) de la sociedad, no es de extrañar que la misma religión resulte, en ocasiones, objeto de dicha crítica. No se trata, pues, de que la religión sea un simple marco, pues tiene cierta importacia dentro de la historia, pero tampoco es el eje de la misma, ya que la motivación de la obra no es religiosa.

Un ejemplo de esto lo tenemos en La guerra de los mundos (1898) de H.G. Wells. En esta novela el autor critica diferentes aspectos de la sociedad victoriana en la que vivía, como el colonialismo o la autocomplacencia. Uno de los episodios de la novela transcurre cuando un vicario sigue al protagonista. En este personaje, Wells representa al hombre débil que se abraza a la religión para dar sentido a su vida; cuando ésta no puede explicar la enormidad a la que se enfrenta, el vicario se desespera y enloquece.

Esto mismo podemos verlo en V de vendetta. Tanto la novela gráfica (1982 - 1988) como su versión cinematográfica (2005) plantean un futuro distópico en el que dirigientes fascistas se han hecho con el poder. El escenario es sumamente crítico con muchos estamentos de la sociedad y, por supuesto, la religión (o, mejor dicho, la iglesia) es uno de ellos. Así, aparece como colaborador del gobierno un dirigente religioso, miembro del partido y pederasta, o eslóganes tales como "Unidad a través de la Fé. Fuerza a través de la unidad". Se denuncia así que la religión puede ser utilizada para dominar y dirigir a las masas, si bien el eje fundamental de la historia es mucho más amplio.

Aunque los dos ejemplos están separados por todo un siglo, en ambos la religión es objeto de crítica, pero no el eje fundamental, sino como parte de una crítica más amplia.

La religión como eje fundamental de la historia:

Algunas obras plantean en términos de ciencia ficción problemas de índole religiosa.

Así, en Mesías, Gore Vidal plantea un futuro en el que la humanidad ha sucumbido al poder de una secta, los "cavitas". El protagonisra va narrando cómo los seguidores del predicador John Cave, van creciendo en número hasta que personajes oportunistas y poco escrupulosos se valen del carisma de Cave, creando una religión a su alrededor, escribiendo por él textos sagrados y manipulando la historia hasta fundar una religión que se expande por el mundo. Las intenciones de Vidal, ateo declarado, son muy evidentes.

En su obra La fábrica de Absoluto Karel Capek hace una dura crítica al fanatismo de las religiones. En su obra un ingeniero diseña un "carburador atómico" que desintegra la materia y deja como residuo fragmentos de divinidad en estado puro. Como efecto secundario, los hombres afectados por este residuo se vuelven capaces de obrar y milagros. Algunos de ellos se vuelven profetas o mesías y comienzan a luchar entre ellos hasta casi aniquilarse por completo. Los últimos capítulos son un claro alegato en favor de la tolerancia y en contra de los fanatismos.

La religiosidad de los autores:

Es obvio que el punto de vista del autor es fundamental.

Por ejemplo, aunque en Fundación la religión es algo accesorio, el escepticismo de Asimov es bien patente; por una parte los dirigentes de la Fundación muestran su claro desagrado ante el hecho de utilizar algo tan burdo como la religión para manipular a la muchedumbre. Incluso el mismo Asimov, como narrador, no puede evitar decir que "a diferencia de las de la religión, las profecías de la ciencia se cumplen".

Por el contrario, Orson Scott Card, educado en el seno de una comunidad mormona, es un autor de profundas creencias religiosas. Esto se puede eprcibir en alguna de sus obras. No sólo en el papel que da a la religión (por ejemplo en La voz de los muertos sino en la importancia que tiene la familia en sus relatos.

Un caso que merece especial consideración es de Philip K. Dick. El 2 de febrero de 1974 y como consecuencia de sus abusos con las drogas Dick sufrió una serie de episodios psicóticos en los que creyó entrar en contacto con una especie de inteligencia superior (si bien posteriormente aseguró que se trataba de un satélite que usaba rayos para comunicarse con la gente de la Tierra). Dick llamó a este ente SIVAINVI y le dedicó un diario de un millón de palabras. Aunque, contra toda evidencia, el autor siempre matuvo que las drogas no habían influído en su producción literaria, resulta difícil creer que esta experiencia (o cualquiera que fuera la forma de enfermedad mental que la produjo) no se hallara relacionada con las dudas acerca de la realidad que alimentaron buena parte de sus novelas y relatos.