Transporte urbano en la ciencia ficción

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Del mismo que la ciencia ficción ha ideado diferentes edificios y ciudades, ha dotado a estas últimas de una gran variedad de formas de transporte urbano. No en vano ciudad y transporte van indisociablemente unidos y no hay Arquitecto que se precie que, al diseñar su ciudad ideal, no haya previsto para ella algún tipo de transporte.

De esta forma, dado que el tipo de ciudad viene determinado por el tipo de obra, el tipo de transporte difere en función de si la obra en cuastión es una utopía o una distopía.

No obstante, no es este el criterio que seguiremos.

Transporte de superficie:

Es el más habitual por razones más que obvias: el suelo es la superficie más sencilla e inmediata de convertir en vía de transporte, siempre ha habido transporte a nivel de suelo y siempre lo habrá.

Sin embargo, incluso dentro de este entorno tan inmediato, ha habido una gran variedad de formas.

Desde luego, no es el mismo transporte el que vemos en Gattaca, con sus silenciosos y ecológicos coches eléctricos circulando por calles vacías, que los destartatalados modelos que circulan por las abarrotadas calles de Los Ángeles en Blade Runner.

Pero las variedades de transporte van mucho más allá de la simple diferencia entre utopía y distopía.

Los arquitectos del futuro han imaginado no sólo diferentes vehículos, sino formas enteras de organizar el transporte que, en ocasiones, difieren mucho de lo que estamos acostumbrados a ver en nuestras ciudades. Así, no es infrecuente ver en las ciudades transportes elevados como el ferrocarril de las primeras escenas de Yo, robot o las imposibles autopistas de Minority Report, mientras otros imaginan ciudades en las que todo el transporte es público, como los pequeños transportes sobre raíles de La fuga de Logan.

Transporte aéreo:

El aire, por muy sugerente que resulte, no ha resultado un medio de transporte muy habitual.

Por una parte, resulta difícil imaginar qué medios podrían utilizarse (y qué ventajas podrían reportar sobre el mucho más sencillo transporte a nivel de suelo). Por otra parte, y dadas las dificultades técnicas de plasmarlo, ha estado vedado a la mayor parte de las obras cinematográficas hasta disponer de las actuales técnicas digitales.

De esta forma, la mayor parte de los autores han imaginado el aire reservado a la vigilancia de la ciudad, como los spinners de Blade Runner o los autogiros de 1984.

Son raras las películas que, como El quinto elemento, han imaginado que el transporte aéreo sería el mayoritario y el más ampliamente empleado.

Transporte subterráneo:

A diferencia del aire, el subsuelo de las ciudades sí ha sido contemplado por los autores como una alternativa plausible y real. No en vano muchas de nuestras ciudades disponen ya de líneas de metro, calles enteras soterradas, aparcamientos, intercambiadores... y toda una vasta red de estructuras dedicadas al transporte que han sido enterradas para facilitar el transporte a nivel de calle, unos metros más arriba.

Un buen ejemplo podemos encontrarlo de nuevo en Yo, robot. En esta película el transporte privado parece relegado a amplias calles subterráneas mientras que, sobre tierra, el transporte se realiza por monoraíles elevados. Las calles son destinadas al uso peatonal.