Cometas

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Los cometas reales:

Los cometas son objetos formados fundamentalmente por hielo de agua, amoníaco, dióxido de carbono y metano.

Si sitúan principalmente en la nube de Oort (distante entre 50.000 y 100.000 unidades astronómicas) y en el cinturón de Kuiper (situado más allá de Neptuno).

Ocasionalmente un objeto masivo (una estrella que pase cerca del Sol en el caso de los objetos de la nube de Oort, Júpiter en el caso de los objetos del cinturón de Kuiper) altera las órbitas de estos objetos y los precipita hacia el interior del Sistema Solar. Cuando se hayan cerca del Sol (entre 5 y 10 unidades astronómicas) los compuestos que forman el cometa subliman, formando la larga cola que los hace visibles.

En realidad, los cometas tienen dos colas: una formada por gases que se proyecta en la alineación Sol-cometa orientada hacia el exterior, y una segunda cola de polvo, que por estar compuesta de partículas más pesadas conserva algo de inercia y se sitúa entre la cola de gas y la órbita del cometa. En el cometa Hale-Boop se descubrío un tercer tipo de cola, formada por iones de sodio.

Debido a que los cometas sólo emiten su cola en las cercanías del Sol, son objetos que se ven esporádicamente. Muchos de ellos se precipitan al Sol o, tras su paso, son alejados definitivamente del Sistema Solar. Otros logran mantener órbitas estables y se vuelven cíclicos. El periodo de su órbita depende de su origen: decenas de años en el caso de los provenientes del cinturón de Kuiper, miles en los provenientes de la nube de Oort.

Investigación de los cometas:

Durante mucho tiempo se dudó de si se trataba de fenómenos atmosféricos o de objetos astronómicos. Fue Tycho Brahe (1546-1601) quien determinó que su origen debía ser extraatmosférico.

El primer investigador que afrontó el estudio de las órbitas de los cometas fue Edmund Halley (1656-1742), quien descubrió que el cometa que lleva su nombre tenía un periodo comprendido entre 76 y 77 años y vaticinó su regreso (si bien no vivió para verlo).

Una vez determinado que se trataba de objetos celestes sometidos a las leyes físicas, los cometas fueron desmitificados como eventos mágicos y convertidos en objeto de estudio por parte de los astrónomos.

Friedric Bessel propuso a principios del siglo XIX que podría tratarse de objetos sólidos en estado de evaporación, idea que fue olvidada y retomada en 1950 por Fred Lawrence Whipple. Este hecho ha sido posteriormente confirmado por observaciones directas de núcleos planetarios por parte de sondas espaciales. El 4 de julio la sonda de la NASA Deep Impact llegó, incluso, a impactar contra un cometa para estudiar de forma detallada su composición.

Los cometas en la cultura popular:

En la edad media y en épocas anteriores los cometas eran considerados portadores de malos augurios. Son innumerables los augurios relacionados con ellos (la decadencia de los lacedemonios según Diodoro de Sicilia, los errores del gobierno de Nerón, la muerte de Carlomagno, La muerte de Luis I...).

Pero, por supuesto, la superstición no es ciencia ficción.

Los cometas en la ciencia ficción:

En el relato Inside the Comet (En el interior del cometa, 1960) de Arthur C. Clarke se narra la aventura de una misión de investigación a un cometa que, aislada de la Tierra mientras se encuentra dentro de la cola, sufre una avería en su unidad de cálculo, por lo que los astronautas se ven obligados a recurrir a rudimentarios ábacos para poder realizar cálculos aproximados con los que salir a una zona desde la que contactar con la Tierra para obtener una ruta más precisa.

Pero esta debe ser una de las pocas historias "amables" relacionadas con los cometas. En el resto de la ciencia ficción éstos son vistos como terribles amenazas que deben ser destruídas antes de que impacten con la Tierra. Este es el caso de las películas Armageddon o Deep Impact.

Sistema Solar

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