Sistema Solar

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El Sistema Solar es nuestro sistema planetario.

Se trata de un conjunto de cuerpos que orbitan alrededor del Sol, una estrella que contiene casi la totalidad de la masa del sistema y entre los que se encuentra la Tierra, nuestro planeta.

Cuerpos que componen el Sistema Solar:

Estrella central:

El Sol es la estrella situada en el centro del sistema solar. Es una estrella amarilla (tipo espectral G2) y reúne el 99% de la masa del sistema. Se trata de una gran "bola" de gases en incandescencia debido a las reacciones nucleares de fusión que tienen lugar en su núcleo.

La gran masa de la estrella es la que posibilita que dichas reacciones tengan lugar, así como evita que la estrella explote debido a la energía almacenada en su núcleo. Por otra parte, las reacciones nucleares que tienen lugar en el núcleo evitan que la estrella colapse. Se trata, pues, de un equilibrio inestable; algún día el combustible que mantiene en marcha las reacciones nucleares del sol se agotará y la estrella morirá colapsada.

Planetas:

Entre los cuerpos que orbitan encontramos ocho cuerpos principales denominados planetas. Son cuerpos lo suficientemente masivos como para haber adoptado forma hidrostática (esférica) y haber limpiado el entorno de sus respectivas órbitas.

A continuación se exponen las principales características de los ocho planetas en relación a la Tierra (que, obviamente, adopta el valor 1 para todas ellas).

Planeta Diámetro ecuatorial Masa Radio orbital(UA) Periodo orbital (años) Periodo de rotación (días)
Mercurio 0,382 0,06 0,38 0,241 58,6
Venus 0,949 0,82 0,72 0,615 -243
Tierra 1,00 1,00 1,00 1,00 1,00
Marte 0,53 0,11 1,52 1,88 1,03
Júpiter 11,2 318 5,20 11,86 0,414
Saturno 9,41 95 9,54 29,46 0,426
Urano 3,98 14,6 19,22 84,01 0,718
Neptuno 81 17,2 30,06 164,79 0,671

Los cuatro planetas interiores son los llamados "telúricos", debido a su naturaleza rocosa. Los otros cuatro son los denominados "gaseosos" debido a su enorme atmósfera que, en algunos casos, como Júpiter o Saturno, parece ser su única componente.

Satélites:

Varios de los planetas tienen también cuerpos que orbitan a su alrededor, en algunos casos hasta en número muy elevado (como los 63 satélites identificados de Júpiter).

Sin embargo, esto es algo artificial. Por ejemplo, muchos de los satélites de Júpiter son cuerpos capturados que, en algún momento, puede volver a perder. Por otra parte, los anillos de Saturno están compuestos de una infinitud de cuerpos de diferentes tamaños, desde pequeños asteroides hasta cuerpos del tamaño de una furgoneta y, por supuesto, cantidades ingentes de polvo.

Los principales satélites del sistema solar son los siguientes:

Principales satélites del Sistema Solar
Satélite: Planeta que orbita: Diámetro (km):
Luna Tierra 3.474
Fobos Marte 22,2 (medio)
Deimos 12,6 (medio)
Satélites galileanos Júpiter
3.643
3.121
5.262
4.820
Titán Saturno 5.150
Hiperión 288 (medio)

Otros cuerpos:

Además de estos, el sistema solar reúne otros cuerpos de diferentes características.

Planetas enanos:

Entre estos se encuentran los cuerpos que orbitan al sol (no son satélites) y que han adoptado forma hidrostática, pero que no tienen la masa suficiente como para limpiar su propia órbita.

Entre los planetas enanos tenemos a Plutón (original y erróneamente clasificado como planeta), Ceres y Eris.

Asteroides:

Los asteroides son cuerpos fundamentalmente rocosos que orbitan al Sol. La mayor parte de ellos se encuentra entre las órbitas de Marte y Júpiter, en una región denominada "cinturón de asteroides". En ocasiones, la gravedad de otro cuerpo (principalmente Júpiter), arranca a alguno de ellos y lo arroja a otras regiones del sistema (buena parte de los satélites de Júpiter parecen tener este origen).

Se encuentran también asteroides en los puntos de Lagrange de Júpiter.

Cometas:

Los cometas son cuerpos formados principalmente de hielo y que se encuentran en una región alejada del Sistema Solar denominada "Nube de Oort".

En ocasiones la gravedad de Júpiter arranca uno de estos cuerpos y lo precipita a regiones interiores del sistema, donde, generalmente, caen al sol. En ocasiones, los cometas logran una órbita estable; cuando esto ocurre, debido a la caída inicial, sus órbitas son tremendamente excéntricas.

Son uno de los fenómenos más espectaculares del Sistema Solar. Al acercarse al sol el viento solar arranca hielo de su superficie formando una cola que puede extenderse decenas de millones de kilómetros. Debido a esto sufen una pérdida de masa que, la larga, los convierte en simples asteriodes o los destruye por completo.

Origen del sistema solar:

Aunque muchos detalles no están claros, parece ser que el Sistema Solar tiene su origen en un disco de gases y materia originaria de la destrucción de estrellas anteriores (se supone que el Sistema solar es un sistema planetario de segunda generación) que, debido a su gravedad inicial, se comprimió para dar lugar a los cuerpos que hoy lo componen.

Así, en el centro del sistema se reuniría la mayor parte de la masa, en cantidad suficiente para iniciar las reacciones termonucleares del Sol. Concentraciones puntuales de masa dieron lugar a nuevos cuerpos que, a su vez, atrajeron más masa.

Esto es lo que está generalmente aceptado, si bien hay detalles que no están claros. Por ejemplo, parece existir una concentración de masa en el centro de la zona planetaria; es decir, los planetas centrales son mayores y más masivos. Por otra parte, parece existir cierta pauta en los radios de las órbitas de los planetas (Ley de Titus-Bode), pero la pauta no es clara y no está generalmente aceptado que sea algo real.

En cualquier caso, debido a la escasa muestra de sistemas solares explorados en profundidad (el nuestro es el único) no hay posibilidad, hoy en día, de despejar definitivamente estas dudas.

Conocimiento del Sistema Solar:

Modelos:

Modelo geocéntrico:

Ya las culturas más primitivas observaron que había cuerpos cuyo comportamiento era diferente del de las estrellas más alejadas. Mientras las estrellas seguían un ciclo anual que se correspondía con el de las estaciones, estos cuerpos se movían entre ellas. Algunos rápidamente, como la Luna o Venus y Mercurio, otros muy lentamente, como Júpiter o Saturno. Además, el movimiento de algunos de ellos era errático, desplazándose en una dirección para, de pronto, retroceder y volver a avanzar.

Modelo heliocéntrico:

Estos movimientos retrógrados desconcertaban a los antiguos filósofos. Estos sabios suponían que la Tierra permanecía quieta y que eran los demás astros los que se desplazaban (es lo más lógico, ¿acaso no vemos quieto el suelo mientras el Sol se mueve?). Así que idearon extraños universos en los que estrellas y planetas se desplazaban sobre esferas transparentes. Para explicar los movimientos retrógrados Ptolomeo tuvo que recurrir a esferas sobre esferas sobre esferas, construyendo un modelo cada vez más complejo.

Aristarco de Samos propuso en el siglo tercero antes de Cristo una teoría heliocéntrica que no sería retomada hasta Nicolás Copérnico, casi 2.000 años después. Pero este modelo se basaba en esferas perfectas y, curiosamente, era menos preciso en sus predicciones que el Ptolemaico. Fue Kepler quien, gracias a las observaciones de Tycho Brahe, llegó a la conclusión de que los planetas se movían según elipses.

Tycho Brahe:

El mismo Tycho tenía un modelo propio. Según él, la Tierra era el centro del universo, el Sol orbitaba a su alrededor y el resto de los planetas orbitaban alrededor del Sol.

Conocimiento de los cuerpos solares:

Todos estos modelos describían los modelos planetarios sin adentrarse en lo más importante: ¿qué son los planetas?

No fue hasta que a Galileo se le ocurrió apuntar con su telescopio que se pudo hacer frente a esta pregunta. Galileo observó cráteres en la Luna (cuando los astros eran considerados esferas perectas), satélites en Júpiter (rebatiendo definitivamente la teoría Geocéntrica) y manchas en el Sol (que estaba considerado el más perfecto de los cuerpos). Así, Galileo presentó las pruebas empíricas que demostraban que los planetas eran, en realidad, cuerpos tan imperfectos como la propia Tierra.

En siglos posteriores, y con la construcción de telescopios cada vez más potentes, nuestro conocimiento del Sistema Solar fue aumentando. Con el uso de la fotografía, en combinación con los telescopios, la visión del Sistema Solar se amplió. La fotografía posibilita largos tiempos de exposición, lo que permite captar objetos que serían invisibles al ojo humano. Además, la realización de fotografías en días sucesivos y su posterior comparación permite descubrir objetos que se desplazan lentamente, revelando que se trata de objetos cercanos.

Mediante estas técnicas se descubrieron planetas como Urano y Neptuno, asteriodes como Ceres y numerosos satélites. Pero no fue hasta el lanzamiento de los diferentes programas de sondas espaciales que llegamos a tener un conocimiento más preciso de los cuerpos que nos rodean.

El Sistema Solar en la ciencia ficción:

El Sistema Solar y sus cuerpos han sido a menudo escenarios de ciencia ficción.

Es el escenario principal de los viajes a otros mundos que se describen en la ciencia ficción primitiva por la simple razón de que no se conocían ni se aventuraba la posibilidad de existencia de otros mundos. De hecho, una de las primeras obras de esta época es Somnium, escrita por el mismo Kepler y que describe un viaje en sueños entre los distintos planetas del Sistema solar. No es la única: el Barón de Munchausen y Cyrano de Bergerac viajaron a la Luna.

Debido a las limitaciones que impone la Física de los viajes espaciales, el Sistema solar es el escenario principal de la ciencia ficción dura. La Space Opera por su parte, gracias a sus imaginativos métodos de burlar dichas leyes, ha podido aterrizar en mundos más lejanos.

Sistema Solar

Cuerpo principal: Planetas: Satélites: Otros cuerpos:

Sol