La ciencia ficción como género underground

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En 1967 Harlan Ellison publicó su antología Visiones peligrosas en la que reunía relatos de varios autores de ciencia ficción, todos ellos con una misma premisa: debían ser rompedores.

En esta antología, uno de los prólogos correspondía a Isaac Asimov que decía:

"Hoy —en el mismo día en que escribo esto— he recibido una llamada telefónica del New York Times. Publican un artículo que les envié por correo hace tres días. Tema: la colonización de la Luna.
¡Y me dan las gracias por ello! ¡Por la Luna!... ¡Cómo han cambiado los tiempos!
Hace treinta años, cuando empecé a escribir ciencia ficción (yo era muy joven por aquel entonces), la colonización de la Luna era estrictamente un tema para las revistas pulp con llamativas portadas. Era literatura de no-me-digas-que-me-crea-todas-esas-tonterías. Sobre todo ¡era literatura escapista!
A veces pienso en eso con una especie de incredulidad. La ciencia ficción era literatura escapista. Nosotros éramos escapistas. Nos alejábamos de problemas prácticos tales como el béisbol infantil, los deberes en casa y las peleas con los compañeros, para entrar en el increíble mundo de la explosión demográfica, de las naves cohete, de la exploración lunar, de las bombas atómicas, de las radiaciones tóxicas y de la atmósfera polucionada.
¿No era algo grande? ¿No era admirable la forma en que nosotros, los jóvenes escapistas, recibíamos nuestra justa recompensa? Nos preocupábamos de todos los problemas grandes e insolubles de hoy en día unos veinte años antes de que lo hicieran todos los demás. ¿Cómo podía considerarse eso escapismo?
Pero hoy uno puede colonizar la Luna dentro de las serias páginas grises del New York Times; y no como un argumento de ciencia ficción, en absoluto, sino como un sobrio análisis de una situación completamente real.
Eso representa un cambio importante, y con una relación inmediata con el libro que tienen ustedes ahora en sus manos."

El mismo Ellison dice en un prólogo posterior:

"Durante veintitantos años el fiel fan de la ficción especulativa había permanecido golpeándose el pecho y gimiendo que el mainstream literario no reconocía las obras literarias realmente imaginativas. Se lamentaba del hecho de que libros como 1984, Un mundo feliz, Limbo y La hora final hubieran recibido aclamaciones de la crítica pero no hubieran sido etiquetados como "ciencia ficción". De hecho, argüía, fueron automáticamente excluidos de acuerdo con la simplista teoría de que "eran buenos libros; no podían ser considerados junto con esa basura de la ciencia ficción".
(...)
Aún se le puede oír murmurando de forma paranoica en el trasfondo, pero actualmente es más un fósil que una fuerza. La ficción especulativa ha sido descubierta, y está siendo usada por el mainstream, y se halla en proceso de ser asimilada."
Sin embargo, en la presentación del Premio UPC de 2003, treinta y tres años desués de que Ellison mostrara su optimismo porque "la ficción especulativa ha sido descubierta, y está siendo usada por el mainstream", en su conferencia Orson Scott Card, se lamentaba de que la literatura mainstream se había anquilosado en una desproporcionada búsqueda de la pureza de la forma y el estilo, mientras que la ciencia ficción, que seguía planteando dilemas y temas novedosos e interesantes, seguía estando marginada.

Hoy en día, con obras como La carretera de Cormac McCarthy parece que, de nuevo, la literatura mainstream se acerca a la ciencia ficción pero, ¿no estaremos de nuevo ante un espejismo? ¿Realmente la ciencia ficción será considerada como lo que es: un género serio que especula acerca de temas importantes? ¿O seguirá siendo marginada? Y si es así, ¿por qué?

Es decir: ¿Por qué la ciencia ficción sigue siendo un género underground?

Seguramente debe haber varios motivos, y ninguno de ellos parecería suficiente pero, en su conjunto, hacen que el género no consiga salir del tópico en el que se le ha encasillado.

Primero está el desconocimiento por parte del público de lo que es realmente la ciencia ficción. Como bien decía Ellison, obras como 1984, Fahrenheit 451 o Un mundo feliz, obras de prestigio y reconocidas por el maintream, no son consideradas ciencia ficción. Existe el tópico de que la ciencia ficción trata de cadetes y héroes espaciales viajando en de cohetes y luchando con pistolas de rayos contra malvados extraterrestres. Existe, en definitiva, el tópico de la ciencia ficción como algo limitado a obras como Star Trek o Star Wars. Mientras este tópico siga imperando poco se puede hacer para cambiar la imagen del género.

Un segundo factor importante son, sin duda, los prejuicios de muchos autores de la literatura mainstream. Estos prejuicios vienen dados por el tópico anterior: los autores de la corriente principal asocian ese tópico al género y, o bien se niegan a leer y conocer nada que tenga la etiqueta de "ciencia ficción", o si las leen son incapaces de valorarlas en justicia porque han sido etiquetadas como "ciencia ficción", o bien se niegan a aceptar que obras que sí valoran como 1984 puedan ser etiquetadas como "ciencia ficción". En todo caso, estamos hablando de prejuicios, con todo lo que eso supone.

Pero hay un tercer factor que no podemos descartar, y que es que, en el fondo, a los aficionados nos gusta esa imagen marginal que transmite el ser underground.

Quien acuda a una tertulia de ciencia ficción verá que los aficionados al género, a priori y tomados en conjunto, no son muy diferentes del resto de la gente. Son gente normal y corriente que se reúnen para hablar de una afición común, compartir impresiones y experiencias e, incluso, realizar actos más o menos concurridos acerca del esa afición que los une. En este sentido, los aficionados a la ciencia ficción no son diferentes a los miembros de una asociación de montaña cuando se reúnen para ir al monte, o una asociación micológica organizando una exposición para dar a a conocer el fascinante mundo de las setas.

Pero no es menos cierto que el gordito calvo con perilla, gafas de pasta y camiseta negra existe y que, muchos de ellos, alimentan deliberadamente una cierta imagen marginal, buscando diferenciarse de la corriente principal... al mismo tiempo que se lamentan de ser marginados y no ser comprendidos por dicha corriente.

Mucho peor es el caso de los frikis, los auténticos frikis que acuden a convenciones de Star Trek o Star Wars disfrazados de sus personajes favoritos, discutiendo acerca de las diferencias técnicas de un TIE Fighter frente a un TIE Interceptor o hablando en klingon. Que sean pocos, que la Space Opera sea un subgénero menor dentro de la ciencia ficción, alejado del núcleo especulativo que es el grueso del género, no importa. Son ellos quienes, por llamativos, aparecen en los medios de comunicación.

De esta forma, tanto el intelectual gafapasta como el friki disfrazado de Jedi se convierten en la imagen visible, en los elementos llamativos por diferentes, ayudando a mantener los tópicos y prejuicios que, aún hoy, se mantienen acerca del género.