Viaje vigésimo octavo
| Viaje vigésimo octavo | |
|---|---|
| Autor: | Stanislaw Lem |
| Otros títulos: | ' |
| Datos de primera publicación(1): | |
| Título original: | Podróż dwudziesta ósma |
| Revista o libro: | Dzienniki gwiazdowe |
| Editorial: | Wydawnictwo Literackie |
| Fecha | de 1966 |
| Publicación en español: | |
| Publicaciones(2): | Diarios de las estrellas (1971) |
| Otros datos: | |
| Saga: | Saga de Ijon Tichy |
| Premios obtenidos: | |
| Otros datos: | |
| Fuentes externas: | |
| Tercera Fundación | Ficha |
| ISFDB | Ficha |
| Otras fuentes | |
| Notas: | |
|
| |
Stanislaw Lem (1966)
Viaje vigésimo octavo es un relato de Lem publicado originalmente en polaco en 1966, en la que sería la primera versión de la recopilación de los relatos de Tichy como libro independiente.
Este viaje vigésimo octavo es él último de los contenidos en Diarios de las estrellas.
La trama:
Ijon Tichy lleva años navegando por el espacio hacia un destino que no se concreta. Para salvar su mente de los riesgos de la excesiva soledad, ha puesto en práctica un remedio ideado por su abuelo Cosma, que consiste en crear en la imaginación una cierta cantidad de compañeros y mantener la coherencia en esta ilusión a toda costa. Algunos de estos compañeros imaginarios se amotinaron y Tichy tuvo que luchar por su vida. Ahora, de nuevo en la tranquila soledad de su camarote, ha decidido dedicarse a plasmar una cronología de su linaje.
Descubrimos así los orígenes de Ijon en la Tierra, remontándose hasta su tatarabuelo Anonymus Tichy, coprotagonista de una variante malograda de la paradoja de los gemelos de Einstein, hasta llegar al cuaderno de bitácora de Albino Tichy, capitán de lo que se irá descubriendo que es una nave generacional.
El relato:
Este Viaje vigésimo octavo se aparta de manera apreciable de la estructura de la mayoría del resto de viajes y constituye por sí mismo, y de manera independiente, un relato completo, autosuficiente. Es verdad que, al igual que en el resto de viajes de estos diarios, este está plagado de una miríada de anécdotas que, al principio, parecen no formar una historia coherente; sin embargo, en esta ocasión, la estructura del relato depara una sorpresa, un giro narrativo en las páginas finales que cambia el significado de todo lo leído hasta el momento. Quizás, incluso, de todo el conjunto de los Diarios de las estrellas.
En gran parte de los relatos de Ijon Tichy, Lem juega con la posibilidad de que Tichy sea un narrador no confiable, una especie de mentiroso muy imaginativo al estilo del barón de Münchhausen (Rudolf Erich Raspe, 1785). A la vuelta de sus viajes, casi nunca consigue aportar pruebas concluyentes de los vivido, es posible detectar algunas inconsistencias entre sus narraciones y muchos sucesos se encuentran envueltos en una terminología seudocientífica que nos hace sospechar de que nos encontramos ante un charlatán. Pero en este último viaje, la sospecha se extiende a la posibilidad de que Ijon no sea capaz de deslindar realidad y ficción, y que la profundidad de la farsa sea mucho mayor de lo que el lector hubiera podido imaginar.
No obstante, como siempre, nada de lo escrito resulta por entero concluyente, y las varias interpretaciones posibles quedan por completo a juicio del lector.
Un relto enormemente interesante por su imaginacion (como siempre en Lem) y por su inteligente juego.
