Fiasco

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Fiasco
Autor: Stanislaw Lem
Otros títulos:
Datos de primera publicación(1):
Título original: Fiasko
Revista o libro: Fiasko
Editorial: Wydawnictwo Literackie Kraków-Wrocław
Fecha Fecha desconocida de 1986
Publicación en español:
Publicaciones(2): Fiasco
Otros datos:
Saga: Saga del piloto Pirx
Premios obtenidos:
Otros datos:
Fuentes externas:
Tercera Fundación Ficha
ISFDB Ficha
Otras fuentes Ficha de la primera edición polaca en Lemopedia
Notas:

  1. De la presente variante. Puede haber variantes anteriores. Consultar la fuente externa para ampliar información.
  2. Publicaciones en español las que la presente variante ha aparecido. Puede haber otras publicaciones de esta misma u otras variantes. Consultar la fuente externa para ampliar información.

Stanislaw Lem (1986)

Fiasco es una novela publicitada con el engañoso argumento de ser la última aventura del piloto Pirx, lo que tal vez sea cierto o tal vez no; un detalle que se suma a la incertidumbre general que protagoniza la obra, como un guiño malicioso por parte del autor.

Cabe destacar que el texto original en polaco no se publicó hasta 1987 y que su primera publicación fue su traducción al alemán el año anterior.

¿Una nueva aventura del piloto Pirx?

Lo cierto es que Pirx, como tal, apenas es mencionado en el primer capítulo, tras el cual se deduce que ha sido vitrificado con la esperanza de ser revivido en el futuro. Y efectivamente, en el futuro se revive a un hombre que puede ser Pirx u otro piloto (protagonista de ese primer capítulo) y que debido a los daños de la vitrificación no recupera completamente la memoria.

Lo cierto es que Fiasco es difícil de calificar y el lector puede encontrarse con impresiones ambivalentes al respecto. Tras un extensísimo primer capítulo centrado en la extraña magnificencia de la naturaleza mineral de Titán, en el que Lem hace alarde una gran imaginación y una precisión geológica rayana en la ciencia ficción dura, pasamos sin transición a los dilemas morales del doctor encargado de resucitar uno de los dos cuerpos vitrificados rescatados, dejando morir al otro y sin conocer de antemano la identidad del paciente. Parece, por lo tanto, que una parte importante de la novela se centrará en la incógnita de esta identidad, incógnita para los doctores, para el paciente y para el lector.

Pero no es así. Pronto resulta claro que a Lem no le mueve ningún sentimentalismo e incluso se puede llegar a sospechar que estos dos primeros capítulos son añadidos, ideas interesantes reutilizadas (efectivamente, se trata de material reciclado del relato The Crystal Ball), o incluso queda la sospecha de ser un mero subterfugio tramposo para dar a los lectores la esperanza de asistir a una nueva aventura de Pirx. Y es un subterfugio tramposo porque tan pronto como se inicia el verdadero tema del libro (el contacto con otra especia alienígena) la identidad del piloto pasa a ser irrelevante para el escritor e incluso para el propio personaje.

La imposibilidad del contacto:

Sin duda, la mejor parte de la novela es el desarrollo de este intento de contacto, de sus dificultades. Lem no parará de poner impedimentos a los voluntariosos humanos, cuya frustración irá aumentando hasta límites paranoicos. Tras efectuar complicados malabarismos relativistas, la nave exploradora llegará al planeta seleccionado, Quinta, del sitema Zeta Harpyiae del sistema Arpía, encontrándose allí con que, aparentemente, no son bienvenidos.

Inmediatamente comenzará una cadena de especulaciones que llevarán a tomar decisiones para forzar el contacto deseado; decisiones que, al ser puestas en práctica revelarán ser grandes errores. Cada acción aumenta la desesperación y todo conducirá inevitablemente al fiasco, un desastre que se presiente desde mucho antes y cuya evidencia sólo aumenta la desazón.

El viaje interestelar:

Lem era un escritor extremadamente culto en lo científico y su descripción del viaje interestelar es muy interesante, casi un compendio de las diversas técnicas que harían viable un posible viaje de ida y vuelta a tales distancias (cientos de años luz) sin emplear naves generacionales.

Para empezar, el Eurídice, la nave principal, es construida en órbita sobre Titán, que a la sazón ha sido profundamente modificado para albergar un gigantesco láser, el Hércules, que proporcionará el impulso inicial para salir del Sistema Solar.

Seguidamente, fuera del influjo del láser, el Eurídice encenderá sus motores auxiliares, de tipo convencional, hasta alcanzar una velocidad adecuada para poner en marcha su reactor de fusión de hidrógeno. Inicialmente, el combustible (tritio) deberá ser inyectado para lograr la reacción, pero cuando la velocidad de la nave se aproxime al diez por ciento de la velocidad de la luz, los recolectores a su proa empezarán a cosechar hidrógeno del casi vacío espacio, convirtiendo a la reacción en autosostenida.

Tenemos así la descripción de una estatocolectora, sistema que Lem llama hidroturbina o reactor termonuclear de corriente de flujo.

Todo eso permite alcanzar velocidades cercanas a la luz y, además, disfrutar de una cómoda gravedad artificial gracias a la aceleración constante. Aún así, el viaje llevaría dos mil años (aunque apenas fueran una decena para los tripulantes de la nave, debido al tiempo relativista), por lo que Lem se saca una nueva carta de la manga. El uso de un colapsar, una especie de agujero negro de pequeño tamaño cercano a Quinta, mediante la realización de un “paso a través de un toroide retrocronal”.

La maniobra es una especulación, por supuesto, que consiste en la manipulación gravitatoria del colapsar mediante un grácer (amplificador de gravedad por excitación colimada de resonancia). Esto distorsiona el espacio-tiempo y crea una efímera línea retrocronal, la cual puede ser utilizada, como se intuye por su nombre, para viajar atrás en el tiempo.

De esta forma, los exploradores pueden recorrer los 1000 parsec que separan la constelación de la Arpía de la Tierra en unos pocos años de tiempo relativista, y volver al punto de partida apenas veinte años después.

Enfrentamiento de tecnologías:

Otro punto sumamente interesante es la observación de las posibilidades de la ingeniería usada por mentes que difieren en sus intereses de los humanos. Así, los habitantes de Quinta han construido un anillo de hielo alrededor de su planeta, supuestamente con la intención de hacer descender el nivel del mar y obtener así nuevas tierras.

En el plano militar la especulación de Lem se hace muy ingeniosa, describiendo un escenario de conflicto global que ha degenerado hacia un absurdo en el que ningún bando puede ganar, en medio de una atmósfera saturada de ruido para impedir las comunicaciones, librado con armas robóticas inteligentes y autónomas para que no sea necesario comunicarse con ellas; un conflicto que ha vuelto tan precavido y artero a cada oponente que la aparición de los humanos no es sólo no deseada, sino que constituye una amenaza.

Los quintanos intentarán acabar con los embajadores humanos antes de establecer el contacto, mediante diversas armas, como estos misiles inteligentes, satélites orbitales, e incluso virus nanotecnológicos y biológicos.

En respuesta, los humanos se defenderán usando su superior tecnología gravitacional, que les permite incluso destruir lunas enteras, o mediante la construcción de un arcaico pero eficiente láser solar que servirá igualmente para enviar señales a través de la saturada atmósfera del planeta como para destruir bases subterráneas.

El resultado:

Cada una de las partes por separado resulta extremadamente interesante, pero asuntos como el de la identidad del piloto o la poco evidente relación de la temática del capítulo inicial con el resto de la obra, hacen que la novela deje una impresión desordenada.

El tema del fiasco en sí mismo es desconcertante, pero en este punto hay que admitir una gran maestría por parte del autor. Solamente deja un mal sabor de boca el final, que parece precipitado, una sorpresa fácil más propia de un relato que de una novela, y que no está a la altura literaria e intelectual del resto.

En cuanto a la identidad del piloto, hay opiniones para todos los gustos, pero este lector se inclina a pensar que definitivamente no se trata de Pirx.

Premios:

Finalista: