Marte

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Nota: Este artículo se refiere al planeta. Para otros usos ver Marte (Desambiguación).

Marte Tierra
Características físicas
Diámetro del ecuador (km): 6.794,4 12.756,28
Periodo de rotación: 24 h 37 min 23 h 56 min
Masa (kg): 6,42 × 1023 5,97 × 1024
Densidad (g/cm3): 3,94 5,51
Gravedad superficial (m/s2): 3,71 9,81
Velocidad de escape (km/s): 5,02 11,19
Inclinación axial (º): 25,19 23,45
Temperatura (K):
Mínima:
Media:
Máxima:
133
210
293
182
282
333
Características orbitales
Radio medio (km): 227,94 × 106 148,50 × 106
Excentricidad: 0,0934 0,0167
Periodo de traslación: 686 d 23 h 365 d 6 h
Otros datos
Principales satélites: Fobos
Deimos
Atmosfera Presión entre 0,7 y 0,9 kPa (0,07 y 0,09 atmósferas).
95% de dióxido de carbono.
2,7% de nitrógeno.
En la ciencia ficción
Principales obras: Saga de Barsoom
Crónicas marcianas
Trilogía de Marte

El planeta Marte es conocido desde la antigüedad y ya desde los tiempos de Percival Lowell ha cautivado la imaginación de los hombres como un posible escenario de vida extraterrestre.

El marte real:

Marte es el cuarto planeta del Sistema Solar a partir del Sol, y el primero de los situados más allá de la órbita terrestre. Es, al igual que Mercurio, Venus y la Tierra, un planeta telúrico (de naturaleza rocosa, a diferencia de Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno, que son gigantes gaseosos).

Su diámetro ecuatorial es de 6.794,4 kilómetros, la mitad del radio terrestre. Su superficie es el 28% de la terrestre pero, como la Tierra tiene un 71% de superficie oceánica, el total de superficie seca es similar en ambos planetas.

Órbita:

El radio medio de su órbita es de casi 227.936.640 kilómetros (vez y media la de la tierra) y tarda algo menos de 687 días terrestres en recorrerla. Su día (que recibe el nombre de "sol") dura más o menos 24 horas y 40 minutos, por lo que el año marciano dura casi 669 soles. Su órbita es muy excéntrica y la variación de su distancia al Sol es muy grande, por lo que la diferencia de temperaturas entre el verano boreal y el meridional puede llegar a ser de hasta 30 K en el punto subsolar.

Geografía:

La principal característica de la geografía marciana es la notable diferencia existente entre los hemisferios norte y sur (lo que se ha denominado la "dicotomía marciana").

Así, una tercera parte de la superficie del planeta está cinco mil metros por debajo de los otros dos tercios. Pero las diferencias entre ambos terrenos no son sólo topográficas. El hemisferio sur (las "tierras altas") está plagado de cráteres, lo que evidencia una antiguedad que podría remontarse a miles de millones de años. Sin embargo, el hemisferio norte (las "tierras bajas") se trata de grandes llanuras de terreno joven.

Otro de los principales rasgos geográficos de Marte es la meseta de Tharsis, que aparece asociada a los grandes volcanes de Ascraeus Mons, Pavonis Mons, Arsia Mons y Olympus Mons, además de a Valles Marineris, un cañón gigantesco de 5.000 kilómetros de longitud y cientos de kilómetros de anchura.

Atmósfera:

La atmósfera de Marte es muy tenue. Esto, sumado a la baja gravedad (0,38 g) hace que la presión atmosférica (peso de la columna de atmósfera que gravita sobre un punto) sea de sólo de 7 a 9 hPa, una centésima parte de la terrestre (1.033 hPa). Además, las grandes diferencias de altitud de la topografía marciana hace que la presión varíe desde casi 9 hPa en las depresiones más profundas, hasta 1 hPa en la cima del Monte Olimpo.

Pese a ello, la atmósfera es lo bastante densa como para arrastrar partículas de polvo en tormentas de arena (que, ocasionalmente, pueden cubrir todo el planeta) y formar dunas. Es el polvo arrastrado el que da a la atmósfera marciana su característico color salmón.

Clima:

Existen fenómenos estacionales que pueden dar lugar a grandes tormentas de polvo. Debido a que la primavera austral coincide con el perihelio, en el hemisferio sur, al llegar la primavera, el suelo pierde su humedad. Se forman entonces entre Noachis Terra y Hellas Planitia grandes vientos que elevan el polvo y forman tormentas de arena que pueden llegar a cubrir el planeta entero durante meses.

La temperatura media en Marte es de 210 K (-63 ºC), pero se han llegado ha medir picos de más de 293 K (20 ºC). Sin embargo, no hay agua líquida; la presión atmosférica es tán baja que ésta se sublima al alcanzar los 193 K (-80 ºC). En Marte el agua está aprisionada en forma de hielo bajo la superficie, en los casquetes polares, y una escasa porción se encuentra circulando en forma de vapor o, directamente, nubes de cristales de hielo.

Historia geológica:

En la historia geológica de marte se diferencian tres eras:

  • Noeica (por Noachis Terra): Desde la formación de Marte hasta hace unos 3.800 ó 3.500 millones de años. Los terrenos noeicos están salpicados de cráteres, ahora muy erosionados, que evidencian una fuerte actividad meteórica. Es también una época de abundante actividad volcánica; se supone que el abultamiento de Tharsis corresponde a este periodo. Los gases expulsados por los volcanes permitirían una atmósfera más densa que la actual con posibles lagos y mares. Al final de esta era se produjeron extensas inundaciones de agua.
  • Hespérica (por Hesperia Planum): Entre hace 3.500 y 1.800 millones de años. Es una era transicional entre la noeica y la amazónica. Continúa la actividad volcánica en forma de grandes coladas de lava que darán comienzo a la formación de los grandes volcanes del planeta, como Olympus mons. Tras el cese del bombardeo meteórico estas coladas son la principal actividad geológica. Es también en esta época cuando se forman los principales sistemas de fallas y fracturas, entre ellas Valles Marineris. Grandes riadas catastróficas forman largos valles de desbordamiento. Al final de esta época el clima de Marte es ya frío.
  • Amazónica (por Amazonis Planitia): Entre hace 1.800 millones de años hasta la actualidad. La diferenciación con la era hespérica es poco clara. Los terrenos amazónicos muestran escasa actividad meteórica y el clima es ya frío e hiperárido.

Agua:

El agua en Marte es de uno de los debates científicos más interesantes de la astronomía actual, y tal vez de la historia de la ciencia. Este debate se basa en dos escenarios: un Marte seco con un corto espacio de tiempo con eventuales episodios de riadas catastróficas, o un Marte húmedo con una historia de agua que se dilata en el tiempo y que incluye un hipotético océano boreal.

La presencia de agua líquida en Marte en tiempos remotos es indudable; hay numerosas evidencias de ella en valles como Nirgal, en la llanura de Chryse, en Argyre... Pero muchas de las evidencias son ambiguas y no parecen decantarse por uno de los escenarios en concreto.

Lunas:

Marte tiene dos lunas: Fobos y Deimos. Fobos, la menor de las dos, está situada dentro de la órbita areosincrónica, por lo que realiza su recorrido en menos de un sol. Es decir, su traslación es más rápida que la rotación del planeta y lo adelanta, por lo que surge sobre el horizonte oeste para ponerse por el este.

Ambas lunas orbitan tan cerca del planeta que a determinada latitud desaparecen por debajo del horizonte. Fobos no se vé por encima de la latitud 69 y Deimos de la 82. Son también demasiado pequeñas para iluminar la noche marciana y, aunque no fuera así, orbitan tan cerca del planeta que se sumergen dentro del cono de sombra, siendo invisibles durante la noche.

Vida:

Unido al debate sobre la existencia de agua en Marte, se encuentra el debate acerca de si las condiciones pasadas del planeta pudieron hacer posible la existencia de vida.

La posibilidad de vida en Marte es algo que se debate desde muy antiguo. Dejando aparte los maravillosos reinos marcianos de la ciencia ficción primitiva, la primera aproximación vagamente científica fue la de Percival Lowel y sus famosos canales. Lowel tomó la idea de Schiaparelli. Èste había observado rasgos sobre la superficie del planeta a las que denominó "canali", en el sentido de "marcas" o "estrías". La palabra llegó a Lowell traducida como "canals", que implica una obra de ingeniería.

Inspirado por esto realizó sus propias observaciones y, como resultado de una mala metodología, logró ver lo que deseaba. Dibujó toda una serie de surcos sobre un modelo del planeta y aseguró que estos canales eran el fruto de una raza extraterrestre en decadencia que se enfrentaba al problema de un planeta que moría. Los canales eran un intento desesperado de sobrevivir transportando el agua desde los polos al ecuador.

La llegada de las Viking a Marte significó un cambio radical en nuestra percepción del planeta, revelándosenos como un desierto árido y helado en el que ningún cambio (ni, por lo tanto, la vida) era posible.

Actualmente sabemos que Marte es un planeta frío y desértico, pero mucho más dinámico de lo que las Viking nos dieron a entender, y con un pasado muy activo en el que la vida pudo, quizá, ser posible.

El enfoque actual de la investigación se basa en el envío de diferentes sondas al planeta: la Mars Global Surveyor, encargada de cartografiar detalladamente su superfice; los vehículos MER, que han recorrido varios kilómetros de su superficie; o la Phoenix, que estudiara la posible existencia de agua bajo las arenas de las llanuras cercanas al polo norte.

En general, estas sondas no tratan de obtener evidencias directas de vida, sino caracterizar la superficie del planeta y establecer su histroria con el fin de diseñar misiones específicas que sí puedan tratar de obtener esas evidencias.

Aunque remota, la posibilidad de vida en Marte o de su aptitud para albergarla es lo suficientemente importante como para que la NASA y la ESA hayan creado la figura del Protector Planetario, responsable de evitar que las sondas que se envían puedan portar muestras biológicas que contaminen el planeta o que eventuales fragmentos traídos desde allí en futuras misiones puedan traer agentes potencialmente patógenos.

Colonización de Marte:

Elementos favorables:

Son muchas las características que hacen de Marte un escenario propicio para la colonización:

  • La distancia no es elevada; una órbita Hohmann de baja energía permite recorrer la distancia Marte-Tierra en 214 días (poco más de siete meses) con una ventana de lanzamiento cada 26 meses. Ambos tiempos son aceptables a escala humana.
  • Su naturaleza telúrica proporciona a los colonos un suelo sobre el que asentar sus instalaciones.
  • Dispone de agua.
  • La existencia de una atmósfera (a pesar de su escasa densidad) evita la exposición directa al vacío, reduciendo las exigencias resistentes de las instalaciones (todavía más si se reduce la presión atmósferica de las bases).
  • La órbita de Marte se encuentra dentro del rango en el que es eficiente el uso de paneles solares como fuente de energía, sin necesidad de recurrir a reactores nucleares.

Inconvenientes:

Por otra parte, además de los inconvenientes más obvios como la toxicidad de la atmósfera o las bajas tempraturas y presiones, existen inconvenientes que dificultan dicha colonización:

  • Carece de campo magnético o de atmósfera densa, lo que permite el paso de partículas de alta energía procedentes del Sol hasta la superficie.
  • La gravedad es muy ténue, lo que unido a la duración del viaje de ida y vuelta puede dificultar la readaptación en el regreso a la Tierra de los colonos.

Terraformación:

Marte es un planeta susceptible de ser terraformado.

La existencia de agua y dióxido de carbono en la atmósfera abre la posibilidad de cultivar plantas en su superficie. Éstas, a su vez, producirían oxígeno que facilitaría la introducción posterior de animales y, en última instancia, harían respirable la atmósfera al ser humano.

los principales problemas a los que se enfrenta esta opción son:

  • Las bajas temperaturas y presiones impiden la existencia de agua líquida. Antes sería necesario aumentar la densidad y temperatura del planeta mediante gases invernadero como dióxido de carbono o vapor de agua.
  • La inexistencia de un sustrato sobre el que fijar la cubierta vegetal. El suelo terrestre es un coloide complejo que no ha sido posible producir de forma artificial. La forma de producir suelo fértil es recurrir a procesos naturales mediante la descomposición de sustancias orgánicas.
  • Los bajos niveles de nitrógeno (2,7% de nitrógeno atmosférico frente al 78% de la Tierra).

De estos tres inconvenientes los dos primeros son salvables una vez iniciado el proceso.

  • Si se libera vapor de agua procedente del hielo polar o del subsuelo, éste puede ayudar a aumentar la densidad de la atmósfera así como la temperatura (el vapor de agua es un eficiente gas invernadero).
  • Si hay plantas, sus deshechos (hojas secas, ramas, plantas muertas...) pueden ser descompuestas por bacterias e invertebrados, produciendo nuevo suelo fértil.
  • Si hay plantas, éstas pueden producir el oxígeno necesario para la vida de invertebrados que ayuden a la formación de suelo.

Es decir, Marte se encuentra en un punto de equilibrio relativamente inestable: una vez iniciado el proceso de terraformación éste puede autosostenerse.

Los principales inconvenientes son:

  • Las altas radiaciones debidas a la inexistencia de un campo magnético. Éstas, además de afectar a la vida pueden disociar las molécular de vapor atmósferico. En este caso, la baja gravedad marciana no podría evitar la pérdida de los nuevos gases ligeros.
  • La inexistencia de nitrógeno, fundamental en el ciclo biológico terrestre.

Marte en la ciencia ficción:

Marte en la ciencia ficción dura:

El Marte real es el escenario de novelas de ciencia ficción dura, dentro la cuales no sería aventurado incluír La guerra de los mundos de H.G. Wells. Cierto que Wells imagina a Marte como un posible escenario de vida, pero los datos que proporciona acerca del planeta (radio orbital, planetario, periodo de revolución...) son básicamente correctos y tan precisos como podían serlo en 1898, año de la publicación de la novela. Incluso el hecho de considerar Marte como un planeta vivo no era descabellado, pues tres años antes Percival Lowell había publicado su estidio Mars en el que aseguraba que había observado la existencia de canales artificiales sobre su superficie.

Las arenas de Marte (1951), de Arthur C. Clarke aventura también la existencia de seres vivos en el planeta. No sólo formas de vida vegetal, sino incluso animales con un cierto grado de inteligencia. En 1955, la película La conquista del espacio mostraba un Marte yermo y oxidado, pero con posibilidad de albergar vida y en el que nevaba de vez en cuando.

El descubrimiento de en la década de los '70 por parte de las sondas Mariner y Viking de que Marte es, en realidad, un desierto helado sin agua líquida ni apenas atmósfera no supuso el fin de la fiebre marciana, más bien al contrario.

Tras estos descubrimientos Marte pasó a ser un mundo por colonizar, colonización que ha dado lugar a obras tan impresionantes como la trilogía de Marte de Kim Stanley Robinson. En esta trilogía, su autor narra una historia que se extiende cientos de años y varias generaciones. Sus descripciones, tanto del planeta como de la tecnología empleada en la terraformación son absolutamente rigurosas.

Dentro de la ciencia ficción dura tenemos también A través de Marte de Geoffrey A. Landis en el que un grupo de astronautas, debido a una avería en la nave en la que han aterrizado, deben atravesar miles de kilómetros a pie hasta la nave de una misión anterior, también fracasada y que no llegó a despegar.

El tema de las dificultades de las primeras misiones a Marte se ha repetido con frecuencia, sobre todo desde que se comenzó a hablar de misiones tripuladas para las primeras décadas de este siglo. Así, por ejemplo, sucede con Misión a Marte (2000) y la española Stranded (Náufragos) (2002), o las más fantasiosas Planeta rojo (2000) y Conspiración Marte (2004). A pesar de los intentos de rigor científico en todas ellas (unas más que otras), casi ninguna puede evitar ceder un poco a la fantasía a la hora de explorar un mundo tan literario y sugerente como ha sido este planeta.

El Marte imaginario:

La Space Opera, sin embargo, se ha valido de una imagen de Marte muy diferente. En sus relatos y novelas Marte era un simple escenario, como bien habría podido serlo Venus o el planeta Floxon. La realidad física del planeta no tenía importancia: sólo se valían de su aura de misterio para ambientar las historias.

Entre las sagas ambientadas en Marte podemos citar las historias de Edgar Rice Burroughs. Este autor idea un Marte (cuyos habitantes llaman Barsoom) poblado de bellas princesas, sacerdotisas vírgenes y nobles guerreros. No es, ciertamente, una ciencia ficción muy pura; más bien se trata de fantasía épica. El hecho de que Burroughs hubiera decidido ambientar su mundo en Marte en vez de en un mundo imaginario como la Tierra Media de J.R.R. Tolkien o el Terramar de Ursula K. Le Guin es algo totalmente irrelevante.

El Marte que Ray Bradbury describe en Crónicas marcianas es también un Marte casi mágico, salpicado de ciudades en ruinas y barcos que navegan por mares de arena; pero sus historias son muy diferentes de las de Burroughs. No son historias de batallas dirigidas a un público adoleste, sino profundas reflexiones acerca de la naturaleza humana, en ocasiones muy críticas con la sociedad americana de su época y siempre cargadas de un cierto grado de lirismo.

En Tiempo de Marte de Philip K. Dick tenemos otra vez a Marte como escenario imaginario: un planeta de atmósfera respirable, marcianos decadentes y canales de agua que apenas son capaces de sostener una precaria colonización. Podría recordar al Marte de Bradbury, pero si Bradbury dota a sus relatos de belleza, K. Dick parece incidir casi en lo contrario, con seres mezquinos, amargados y resentidos, una forma de crítica opuesta, pero con fines semejantes.

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