Sol

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El Sol es la estrella central y cuerpo principal del Sistema Solar.

Con un diámetro apróximado de 1,4 millones de kilómetros reúne el 99% de la masa del sistema y a su alrededor orbitan el resto de los planetas y cuerpos. Pese a ser una estrella de tamaño mediano, su influencia gravitatoria se extiende hasta la nube de Oort (aproximadamente 1,5 años luz).

En su interior tienen lugar reacciones nucleares de fusión que son la principal fuente de energía del sistema. Estas reacciones nucleares crean unas fuerzas de presión hacia el exterior que evitan el colapso de las capas superiores. Por otra pate, es el peso de estas capas superiores el que permite que se den las condiciones de presión y temperatura necesarias para mantener en marcha la fusión nuclear.

Se trata, pues, de un sistema que se mantiene en equilibrio mientras disponga de helio como combustible nuclear.

Estructura del Sol:

El Sol está constituída por diferentes capas.

Núcleo:

Es la capa más interior. Su radio es de 139.000 km del radio solar (aproximadamente un quinto del mismo). En él tienen lugar las reacciones nucleares que evitan el colapso de las capas superiores. Por su parte, estas reacciones se mantienen confinadas en el núcleo ya que, a diferencia de las reacciones de fisión las reacciones de fusión no se mantienen de forma estable y necesitan de altas presiones y temperaturas (la temperatura en el núcleo puede llegar a alcanzar los 15 millones de Kelvin).

Debido a que estas reacciones consumen hidrógeno la composición del núcleo es de un 49% de hidrógeno, un 49% de helio y un 2% de otros elementos que hacen funciones de catalizadores. En el conjunto del Sol, sin embargo, el porcentaje de hidrógeno asciende al 81%.

Zona radiante:

Se trata de una zona de plasma en la que la energía generada en el núcleo se transmite en forma de radiación

Zona convectiva:

El descenso de la temperatura al alejarse del núcleo hace que los átomos dejen su estado de plasma, lo que los convierte en opacos a la circulación de fotones. En esta zona la radiación deja de ser la forma de transmisión de energía, siendo sustituída por la convección.

Fotosfera:

Es la superficie solar, la región desde la que el Sol emite su luz. Tiene entre 100 y 200 kilómetros y su composición gaseosa la hace transparente a la luz.

La fotosfera presenta gránulos, resultado de la convección de los gases que la componen, y manchas solares, que suponen el rasgo más notable observable en el sol. Estas manchas parecen ser oscuras, pero en realidad no es así, se trata de zonas que por su menor temperatura (entre 4.000 y 5.600 Kelvin) brillan menos que las zonas que las rodean (6.000 Kelvin).

Cromosfera:

Tiene un espesor de unos 10.000 kilómetros y no es posible observarla sin filtros especiales, ya que aparece eclipsada por el mayor brillo de la fotosfera.

En esta capa se dan las prominencias solares, material incandescente que, debido a deformaciones locales del campo magnético solar, atraviesan la fotosfera y llegan a alcanzar alturas de hasta 150.000 kilómetros.

Corona:

Es la capa exterior del sol.

Su temperatura alcanza los millones de Kelvin, pero esto no es más que una indicación de la velocidad de las partículas, ya que no hay una densidad material que permita hablar de temperatura en el sentido que estamos acostumbrados.

En esta capa se genera radiación de rayos X así como el viento solar, material expulsado del Sol por la radiación.

El Sol en la ciencia ficción:

Debido a su naturaleza incandescente, el Sol es el lugar más hostil del Sistema Solar, totalmente inaccesible al ser humano por su radiación, temperatura y gravedad. Todo esto, lo ha mantenido alejado de la ciencia ficción. Por supuesto, siempre está allí, como un elemento del cielo, pero no como escenario, salvo en muy contadas ocasiones. El filme Sunshine (2007), de Danny Boyle, es uno de los escasos ejemplos de viajes de seres humanos al Sol. En esta película, la estrella está sufriendo una disminución de su intensidad, lo que amenaza la vida en al Tierra, y una misión científica es lanzada para tratar de "reactivar" las reacciones nucleares, un argumento muy similar al relato Fénix (Phoenix), escrito por Clark Ashton Smith en 1954. Las doradas manzanas del Sol (1953), de Ray Bradbury, también relata un viaje hacia el astro rey, si bien prescinde ampliamente de la veracidad científica para centrarse en la fuerza de la metáfora del Sol y su poder energético (la fusión atómica) como una nueva frontera del conocimiento.

No obstante existen varias obras en las que el Sol terrestre adquiere un papel protagonista, normalmente debido a cambios en el mismo que afectan a la vida en la Tierra.

Por ejemplo, en Luna inconstante (1971) de Larry Niven, un escritor percibe un extraño aumento del brillo de la Luna y deduce que el Sol se está convirtiendo en supernova, por lo que quedan pocas horas de vida.


Sistema Solar

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Sol