Titán (Satélite)

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Nota: Este artículo se refiere al satélite de Saturno. Para otros usos ver Titán.

Titán (Satélite) Tierra
Características físicas
Diámetro del ecuador (km): 5.150 12.756,28
Periodo de rotación: 15 d 22 h 23 h 56 min
Masa (kg): 1,34 × 1023 5,97 × 1024
Densidad (g/cm3): 1,88 5,51
Gravedad superficial (m/s2): 1,37 9,81
Velocidad de escape (km/s): 2,65 11,19
Inclinación axial (º): Se desconoce 23,45
Temperatura (K):
Mínima:
Media:
Máxima:
(?)
94
(?)
182
282
333
Características orbitales
Radio medio (km): 1,21 × 106 148,50 × 106
Excentricidad: 0,0289 0,0167
Periodo de traslación: 15 d 23 h 365 d 6 h
Otros datos
Principales satélites: Es satélite de Saturno
Atmosfera 160 kPa (1,6 atmósferas).
95% de nitrógeno.
5% de metano.
En la ciencia ficción
Principales obras: Gattaca

El Titán real:

Titán es el mayor satélite de Saturno y el segundo mayor del Sistema Solar después de Ganímedes, satélite de Júpiter. Fue descubierto por Christiaan Huygens el 25 de marzo de 1655.

Su radio orbital medio es de 1.22 millones de kilómetros, su periodo orbital de 15,94 días y su diámetro ecuatorial es de 5.150 kilómetros.

Una de las características más notables de Titán es su atmósfera densa (de hecho, más densa que la de la Tierra), de color pardo anaranjado. Titán tiene nubes de hidrocarburos. En estas condiciones el metano cumple un ciclo similar al del agua en la Tierra, condensando en forma de lluvia y formando ríos y lagos que moldean el paisaje. Es el único cuerpo del Sistema Solar, aparte de la Tierra, que posee líquidos en su superficie.

Las primeras sondas que sobrevolaron el satélite fueron la Pioneer 11 y la Voyager 1, entre 1979 y 1980. Sin embargo, estas sondas pudieron recolector muy escasa información, debido a la densa atmósfera, que impedía observar la superficie. Casi todo lo que conocemos de Titán procede de la misión Cassini-Huygens. La sonda Cassini sobrevoló Titán el 26 de octubre de 2004 y la sonda Huygens aterrizó suavemente sobre su superficie el 14 de enero de 2005. Huygens proporcionó importantes datos sobre la atmósfera de Titán, compuesta en gran medida por nitrógeno molecular, y los sucesivos sobrevuelos de Cassini, empleando radar e infrarrojos, han permitido trazar la geomorfología de su superficie.

La radiación solar y el campo magnético de Saturno desencadenan procesos fotoquímicos que da lugar a compuestos orgánicos nitrogenados, responsables del tono anaranjado de la atmósfera. La escasa luz solar que llega a esta parte del Sistema Solar (aproximadamente, un 1% de la recibida en la Tierra) y la densa atmósfera hacen que la superficie de Titán sea un lugar oscuro.

Se especula con que las condiciones físico-químicas de Titán en la actualidad podrían asemejarse a las de la Tierra primigenia, con química prebiótica que quizás haya producido aminoácidos. El ciclo del metano líquido, análogo al ciclo del agua en la Tierra, permiten especular también con una biológica que utilice esta sustancia como disolvente. Además, tal y como sucede en otros satélites como Europa, Ganímedes o Encélado, los datos indican que existe un océano de agua líquida a unos 60 kilómetros de profundidad. De existir actividad tectónica que pusiera en contacto los compuestos orgánicos de la superficie con el agua líquida subsuperficial, se darían las características necesarias para una química precursora de algún tipo de vida.

Está previsto que en 2026 sea lanzada una nueva misión de exploración a Titán, que alcanzaría el satélite en 2034, llevando consigo un dron, la Dragonfly, un verdadero laboratorio volador.

Titán en la ciencia ficción:

Una de las primeras menciones de Titán como posible escenario de ciencia ficción lo encontramos en Flight on Titan (1935), de Stanley G. Weinbaum, no traducido al español. En general, aunque la ciencia ficción del siglo XX ha tenido siempre en cuenta este emplazamiento como uno de los grandes satélites dentro del sistema solar que permitirían la colonización desde la Tierra, no ha solido ser utilizado como escenario excepto en la rama más dura, sino que simplemente ha sido referenciado.

Ocurre así en ¡Tigre! ¡Tigre! (Las estrellas mi destino) (Alfred Bester, 1956), donde lo encontramos como uno de los siete Satélites Exteriores colonizados que se han unido en guerra contra los Planetas Interiores. Se trata de un cuerpo completamente domesticado, verdadero hogar para sus habitantes, pero que Bester no entra a describir.

Más irónico y crítico, Kurt Vonnegut utiliza Titán como simple MacGuffin: En Las sirenas de Titán (1959), una nave de Tralfamador queda varada en ese satélite en la prehistoria, lo que desencadena una serie de manipulaciones en la historia humana destinadas a llevar una pieza de repuesto para la nave. El Titán imaginado por Vonnegut es un paraíso, perfectamente compatible con la vida humana.

John Varley también plantea un Titán extraño en su novela homónima, escrita en 1979 y ganadora del Premio Locus. En ella, el satélite es de naturaleza artificial y escenario de una concatenación de aventuras centradas en el sentido de la maravilla.

Es también el objetivo de la misión de Vincent en Gattaca (Andrew Niccol, 1997), si bien es sólo un destino y no es parte fundamental de la trama. De forma similar, en Oblivion (Joseph Kosinski, 2013), se señala que este es el destino de la humanidad tras abandonar la Tierra, destruida por una invasión alienígena.

Considerando enfoques más rigurosos para un Titán real, encontramos Regreso a Titán (1975), donde Arthur C. Clarke imagina el viaje de un habitante del satélite en visita diplomática a la Tierra, en el año 2276. Se trata de un relato de ciencia ficción dura, en el que Clarke plantea que los satélites exteriores han sido colonizados.

Muy diferente es el escenario profusamente descrito por Stanislaw Lem en Fiasco (1986). El autor polaco, en un primer capítulo de 80 páginas, relata una misión de rescate a bordo de un megapaso, un gigantesco robot tripulado, recorriendo escenarios de gran belleza creados por la precipitación constante de hidrocarburos. Lem imagina además una curiosa geología para el satélite, con una corteza esponjosa, impregnada de hidrocarburos congelados que cuando el satélite pasa por el afelio se calientan, provocando géiseres impredecibles. Lem explica que esta extraña geología es debida a que el cuerpo de Titán estaba en ebullición, con numerosas burbujas, y que se enfrió tan rápidamente que las burbujas quedaron atrapadas, produciendo el esponjamiento.

La llegada de la misión Cassini-Huygens y el creciente conocimiento de este cuerpo ha traído a Titán de vuelta como escenario estudiado con rigor. Es el caso de Titán, escrita por Ben Bova en 2006 y ganadora del Premio John W. Campbell Memorial, que nos presenta una base orbital en torno a Saturno destinada a la investigación científica de la vida detectada en el satélite; y también Herederos del tiempo (Adrian Tchaikovsky, 2015) en la que se propone su proceso de terraformación, o La sonda Titán (Brandon Q. Morris, 2017) en la que la sonda Huygens tiene un papel importante. Un Titán terraformado es también una referencia en el cómic Shangri-La (Mathieu Bablet, 2016), si bien apenas tiene ningún protagonismo más allá del epílogo.

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