Ciencia ficción

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"La ciencia ficción es un género que desarrolla su argumento de forma coherente con unas premisas pretendidamente plausibles con los conocimientos científicos que se poseen en la época en que se creó la obra y que, o bien difieren notablemente de algún aspecto concreto de la realidad tal y como es (o de su pasado tal y como fue), o bien sugieren un hipotético futuro derivado de tal realidad."

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¿Qué significa eso?

Tras esa compleja definición hay un intento de describir un género que engloba obras tan diferentes como Crónicas marcianas (Ray Bradbury, 1950), Cita con Rama (Arthur C. Clarke, 1973), El hombre en el castillo (Philip K. Dick, 1962), o La guerra de las galaxias (George Lucas, 1977).

Coherencia:

Una de las características principales de la ciencia ficción es la coherencia con las hipótesis de partida, lo que la diferencia del realismo mágico y, especialmente, del surrealismo.

Es decir, asume que es posible viajar en el tiempo, o que la mayor parte de la humanidad ha quedado ciega, o que los alienígenas invaden el planeta, o que es posible manipular el ADN... pero sean cuales sean las hipótesis de partida, la ciencia ficción se mantiene dentro de los márgenes que dichas hipótesis plantean, sin que estas cambien de pronto haciendo que los escenarios y personajes se vuelvan incomprensibles en aras de un pretendido (y a menudo pretencioso) simbolismo.

Plausibilidad:

A menudo se ha asociado la ciencia ficción a la literatura fantástica, en concreto a la fantasía épica ambientada en mundos de dragones, guerreros y hechiceros. Pero a diferencia de este género, la ciencia ficción pretende ser plausible. Es decir, la ciencia fición descarta la magia como explicación de los fenómenos que se dan en sus historias.

Por ejemplo, el vampiro de Drácula (Bram Stoker, 1897) es un ser maligno, que vive tras la muerte por una maldición. Sin embargo, los vampiros de Soy leyenda (Richard Matheson, 1958) son infectados por enfermedades a las que se busca origen, modo de infección y, eventualmente, cura.

Por supuesto, la ciencia avanza, y hechos que hoy en día nos resultarían ridículos como la posibilidad de civilizacions guerreras en Marte o los océanos de Venus, fueron casi certezas científicas en alguna época. Por eso, la definición remarca que la plausibilidad está ligada a los conocimientos científicos de una época. Una obra es ciencia ficción porque así lo quiere su autor, independientemente de que el futuro le reste credibilidad.

Diferencias con la realidad:

Evidentemente, la ciencia ficción es un género diferente del realismo puro. Sin embargo, la barrera que los separa puede ser, a veces, muy débil ya que, en ocasiones, las diferencias con el presente son prácticamente nulas.

Flores para Algernon (Daniel Keyes, 1966), por ejemplo, plantea un avance científico que permite incrementar la inteligencia de los disminuídos para crear una narración psicológica con un final sobrecogedor, pero su mundo no difiere en nada del que conoció su autor. Lo mismo ocurre con El hombre invisible (H.G. Wells, 1897), Frankenstein (Mary W. Shelley, 1818) o Parque Jurásico (Michael Crichton, 1990). Cada una de estas novelas tenía lugar, básicamente, en la misma época en que fueron creadas y mostraban de forma más o menos fiel la sociedad de la época.

Cierto que no han sido clonados dinosaurios, que la humanidad no ha sucumbido a ninguna catástrofe (todavía) y que los telépatas no pululan por las calles leyendo nuestros mezquinos pensamientos (al menos que sepamos) pero no hay nada más en muchas historias de ciencia ficción que difiera del mundo real.

Así pues, la ciencia ficción puede no diferir mucho del realismo.

Ciencia ficción y futuro.

Habitualmente se asume que la ciencia ficción tiene lugar en el futuro, hay avances importantes en el campo de la tecnología y de los viajes espaciales... Es cierto que este es el escenario más habitual de las historias de ciencia fición, pero no toda la ciencia ficción se basa en estas premisas.

Por ejemplo, las ucronías son una rama completa de la ciencia ficción que puede discurrir en el presente, si bien especula acerca de las consecuencias de un posible cambio en el pasado: la no extinción de los dinosaurios, la derrota de Roma frente a Cartago, la colonización de América por exploradores chinos o un longevo Mozart que adelanta en veinte años el romanticismo son algunos ejemplos.

El concepto de futuro se hace todavía más difuso cuando se trata el tema de los viajes temporales. A menudo una misma obra discurre en el pasado, en el futuro y en presentes alternativos simultaneamente (El día que hicimos la Transición -Ricard de la Casa y Pedro Jorge Romero, 1997-). Algunas obras, incluso, dan un paso más allá y plantean la posibilidad de que estos presentes paralelos sean tan similares entre sí que sea posible trasladarse de uno a otro.

También es posible que la ciencia ficción pueda discurrir en el pasado. Por ejemplo, El perfume (Patrick Suskind, 1985) plantea la hipótesis de un hombre con una capacidad olfativa muy superior a la media, pero una vez aceptada esta posibilidad, la obra no presenta grandes diferencias con El hombre invisible y el argumento discurre alrededor del protagonista que, embriagado de su poder, trata de imponer su voluntad a los demás. No sería, pues, descabellado catalogar esta obra como ciencia ficción.

Hay, incluso, todo un subgénero de la ciencia ficción, el steampunk que se basa en la hipótesis de un siglo XIX mucho más avanzado tecnológicamente. Encontramos así obras como La máquina diferencial (William Gibson y Bruce Sterling, 1990) en las que, incluso, se aventura la posibilidad de una informática primitiva basada en aparatos mecánicos en vez de electrónicos. No cabe duda de que el steampunk es ciencia ficción y, sin embargo, tiene lugar dos siglos en el pasado.

Otras definiciones de ciencia ficción:

Artículo principal: Otras definiciones de ciencia ficción

La anterio no es, obviamente, la única definición de lo que es la ciencia ficción ni está generalmente aceptada. Muchos autores de ciencia ficción han tratado de aportar su propia definición del género. Tal vez la definición más popular sea la ofrecida por Isaac Asimov:

"La ciencia ficción es la rama de la literatura que trata sobre las respuestas humanas a los cambios en el nivel de la ciencia y la tecnología."

Es una definición bastante escueta que tiene la virtud de recoger la idea que la mayoría de aficionados tienen del género, pero que con el paso del tiempo y la evolución de los temas se ha vuelto demasiado restrictiva.

Si la ciencia ficción es la literatura de la ciencia, la edad de oro ejerció una labor divulgativa; posteriormente, la nueva ola y el ciberpunk implantaron el escepticismo. Esto se refleja en la afirmación de William Gibson que dice:

"La labor de un escritor de ciencia ficción consiste en ser profundamente ambivalente en los que respecta a los cambios tecnológicos."

Es decir, la ciencia ficción es el género que especula sobre los cambios en la sociedad provocados por dichos avances, mostrandose escéptica acerca de sus consecuencias.

Pero el método científico exige también curiosidad y racionalidad. Conseguido lo anterior, el reto para el nuevo siglo es convencer a la sociedad de su capacidad de comprender su entorno de forma racional y ayudar a desterrar definitivamente los últimos restos de mitos heredados de épocas más oscuras.

Por eso, Carlo Frabetti, escritor y divulgador, dice:

"Más aún que en su temática, el parentesco de la ciencia ficción con la ciencia estriba en su método, en su carácter eminentemente especulativo: partiendo de unas premisas imaginarias, contrafácticas (generalmente obtenidas por la extrapolación de la realidad actual), desarrolla sus consecuencias conservando la lógica del mundo ficticio creado."

En conclusión, de forma escueta, ciencia ficción es aquella literatura que plantea hipótesis, experimentos factibles o imaginarios, pero racionales, que nos permiten indagar sobre nuestro conocimiento de la realidad en cualquiera de sus aspectos.

No importa si este experimento lo situamos en el presente o en el futuro (incluso en el pasado) o si entre sus premisas incluimos el improbable contacto con una civilización extraterrestre; lo que importa es que esas premisas sean plausibles y su desarrollo racional y que, durante el juego propuesto, aprendamos algo.


Cajón de sastre:

Precisamente por la falta de una definición clara el término "ciencia ficción" se ha empleado a menudo como un cajón de sastre donde meter un amplio número de obras. Algunas de ellas serían claramente admitidas como "ciencia ficción" por cualquier aficionado (Fundación, Blade Runner, Ghost in the Shell...), otras son generalmente aceptadas como ciencia ficción, aunque muchos disientan de ello (Crónicas marcianas, La guerra de las galaxias...) y, a menudo, se denominan como "ciencia ficción" obras que claramente no lo son (generalmente fantasía épica como Conan, El Señor de los Anillos...).

Es, pues, útil, incluso necesario, hacer agrupaciones de obras afines dentro del género para poder comprenderlo de forma ordenada y sin perder la perspectiva.

Para esto usaremos la clasificación que Fernando Ángel Moreno sugiere en su libro Teoría de la literatura de ciencia ficción: space opera, hard y prospectiva, a la que luego añade otros subgéneros como la ucronía.

Space Opera, Pulp y aventuras:

Artículo principal: Space Opera
Artículo principal: Pulp

Se denomina Space Opera a la rama de la ciencia ficción destinada generalmente a un público adolescente y compuesta por historias de aventuras espaciales en escenarios grandiosos: veloces naves espaciales, imperios galácticos, batallas épicas...

Su origen se encuentra en las revistas pulp de los años '20 y '30, publicaciones que solían tener una escasa calidad literaria y cuya temática era, principalmente, de aventuras y evasión. Sus argumentos eran sencillos, sin mayores pretensiones que el entretenimiento, y los protagonistas solían estar basados en arquetipos bien fundados y reconocibles. En definitiva, eran obras para el consumo rápido en las que ni el autor ni el receptor buscaban ninguna profundidad literaria.

Los esquemas básicos de la Space Opera quedaron fijados en 1928 en Skylark of the Space de E.E. Smith publicada en español como La estrella apagada. La nueva ola trajo consigo nuevos temas e inquietudes a la ciencia ficción y la space Opera se adaptó a ellos con obras de pretensiones más ambiciosas, de tal forma que en la actualidad se pueden disfrutar buenas obras literarias, como Crónicas del multiverso (Víctor Conde, 2005).

Sin embargo, aunque la actual calidad de la ciencia ficción se puede equiparar a la de cualquier otro género literario y a pesar del amplio abanico de intereses que abarca, hoy en día, muchos siguen identificando la ciencia ficción con aquella Space Opera de los años ’30.

Ciencia ficción dura:

Artículo principal: Ciencia ficción dura

Se conoce como ciencia ficción dura a la rama de la ciencia ficción, que trata con total rigor la ciencia y la tecnología, a menudo en detrimento de la calidad narrativa o de la profundidad de los personajes.

Tiene su origen en las llamadas "novelas científicas" de autores como Julio Verne, que pretendían con ellas divulgar y popularizar conocimientos y avances científicos, y ha sido un subgénero muy popular e influyente, al que se han dedicado autores tan reconocidos como Arthur C. Clarke o Larry Niven.

Suelen ser autores con formación e intereses científicos antes que literarios, lo que ha contribuido a que las obras hard sean más pobres desde el punto de vista artístico. Buen ejemplo de ello serían obras como Cita con Rama o Mundo Anillo, en las que la trama queda totalmente relegada a la descripción rigurosa de un escenario imaginario e inusual (se trata de las llamadas Big Dumb Object -gran objeto estúpido- o BDO por sus iniciales en inglés).

Pese a ello, existen obras remarcables, como la trilogía de Marte de Kim Stanley Robinson o Criptonomicón de Neal Stephenson, que van más allá de la simple exhibición de conocimientos científicos y abordan temas sociales o económicos con personajes creíbles que evolucionan a lo largo de la obra.

Prospectiva:

La ciencia ficción prospectiva es la forma más especulativa del género. Si la Space Opera busca el entretenimiento en un marco grandioso y la ciencia ficción dura supedita trama o personajes al rigor científico, en la prospectiva el eje de la historia es el análisis de la propia idea innovadora (nóvum) que sustenta la historia de ciencia ficción, y el estudio de sus implicaciones morales, sociales, etc.

Habitualmente, el objetivo de este tipo de ciencia ficción es aportar una nueva forma de mirar hechos concretos de nuestra realidad que se suelen asumir como inamovibles, descontextualizándolos y obligando al receptor a flexibilizar su propia visión de la realidad.

Por ello, este género no se basa tanto en una forma concreta como en una determinada manera de enfocar la realidad, profundamente crítica y anti-convencional, cuyo elemento de estudio puede ser la naturaleza o las sociedades humanas (por ejemplo el papel de la religión en la historia, en Cántico por Leibowitz, de Walter M. Miller Jr.), pero también las implicaciones éticas o sociales de los descubrimientos científicos (la telepatía en Muero por dentro, de Robert Silverberg) y los avances tecnológicos (un tratamiento para potenciar la inteligencia, en Flores para Algernon, de Daniel Keyes).

Estas obras no se restringen al ámbito de lo estrictamente posible como en la ciencia ficción dura (la telepatía, por ejemplo, tal y como se entiende en estas historias, no es posible, pero si plausible). Tampoco son una mera excusa para imaginar escenarios sobrecogedores y grandes aventuras como en la Space Opera (poco de esto hay en la cotidianeidad de muchas de ellas). La prospectiva se manifiesta como un experimento mental que habla de nuestra realidad y ayuda a poner de relieve aspectos de la misma que quizás no habíamos considerado.

Ucronía:

Artículo principal: Ucronía

La Ucronía es una rama de la ciencia ficción que especula acerca de las consecuencias de la alteración de un hecho histórico concreto. Por ejemplo, ¿qué habría pasado si el Imperio Romano hubiera pervivido hasta nuestros días (Roma eterna, de Robert Silverberg, 2003)?

Dado que el rasgo principal de la ucronía es la alteración de la línea temporal, entre las inquietudes que puede tratar cabe cualquier posibilidad, desde la elucubración histórica más o menos rigurosa (Fuego sobre San Juan) o la crítica y descontextualización de nuestra sociedad (Tiempos de arroz y sal, de Kim Stanley Robinson, 2002) o, incluso, un simple divertimento.

Dentro de esta última posibilidad se podría citar buena parte de todo un subgénero ucrónico, el steampunk. Este subgénero no plantea un punto Jonbar concreto, pero sus caracterísiticas básicas son la estética de la sociedad británica en la época victoriana mezclada con máquinas de vapor sobredimensionadas y hasta una informática no binaria basada en mecanismos de ruedas dentadas. Sería una forma de retrofuturismo: el futuro tal y como lo habría imaginado Julio Verne.

Una de las características de este subgénero es su notable atractivo estético. Por esto, aunque hay obras literarias notables como La máquina diferencial (William Gibson y Bruce Sterling, 1990), es especialmente llamativo en medios visulaes como La liga de los hombres extraordinarios o Steamboy.

Etimología:

Inicialmente los autores de ciencia ficción no eran consciente de estar escribiendola, pues no existía el término.

La primera denominación para este tipo de historias fue "romances científicos" (utilizando la palabra "romance" en el sentido de narración o novela), término que englobaba muchas cosas, algunas de las cuales, como las historias de Tarzán de Edgar Rice Burroughs no eran, ni mucho menos, lo que ahora entendemos como ciencia ficción.

En 1926 Hugo Gernsback funda Amazing Stories y crea para ella el término "Scientifiction".

En 1929 Gernsback pierde el control de su revista y funda Air Wonder Stories y Science Wonder Stories. Sin embargo, no puede utilizar el término "scientifiction" en ellas, ya que es propiedad de Amazing. Por eso, crea en 1929 el término "science fiction" que es el que se impuso entre el público anglosajón.

El término "Sci-Fi" (abreviatura de "science fiction" fue usado publicamente por Forrest J. Ackerman en UCLA en 1954, aunque Robert A. Heinlein ya había usado el término en su correspondencia privada seis años antes.

El término ha sido traducido al español como "ciencia ficción". Algunos autores señalan que ésta es una traducción incorrecta y prefieren usar "ficción científica", sin embargo, el público hispano parlante ha optado por "ciencia ficción" como término más popular y utilizado.

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