Cuando el destino nos alcance

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Cuando el destino nos alcance
Ficha técnica
Título original: Soylent Green
Nacionalidad: E.UU.
Estreno 1: 19 de abril de 1974
Duración: 97 min.
Ficha artística
Dirección: Richard Fleischer
Guión: Stanley R. Greenberg (basada en la novela de Harry Harrison ¡Hagan sitio, hagan sitio!)
Producción: Se desconoce
Fotografía: Richard H. Kline
Música: Fred Myrow
Reparto: Charlton Heston, Edward G. Robinson, Joseph Cotten, Leigh Taylor-Young
Información suplementaria
Otros datos: No hay otros datos
Imdb: Ficha en Imdb
Notas:
  1. Fecha de primer estreno. No tiene por qué coincidir con el estreno en salas comerciales o emisión en abierto; puede ser en premieres, festivales u otras formas de distribución reducida o exclusiva.

Richard Fleischer (1974)

La película:

La acción se ambienta en una distópica ciudad de Nueva York en el año 2022 donde conviven 40 millones de habitantes. De manera similar a la novela, se nos presenta una sociedad saturada, con un exorbitante exceso de población que repercute en la escasez de medios de subsistencia. El futuro que se nos muestra no es el brillante mundo de trajes plateados y humanidad educada y ociosa de la típica imagen utópica, sino más bien un infierno en la Tierra aceptado por sus habitantes ante la ausencia de alternativas.

Se nos da a entender que el exceso de población y la depredación humana han desertizado el planeta, y a la ausencia de alimentos se une las continuas olas de calor típicas de una urbe ultraasfaltada y degradada. El agua y la comida es racionada...

Y sin embargo, pese a ser una película entretenida y bien realizada, es también un ejemplo de cómo Hollywood, con el fin de agradar a las masas y obtener productos taquilleros, edulcora las intenciones originales de los autores de ciencia ficción al llevarlas a la pantalla.

Así, mientras la novela original era un claro ataque a la ausencia de políticas de control de natalidad, este fin no es evidente en la película. Cierto que se deja ver claramente un exceso de población, pero este escenario queda totalmente al servicio de la acción, mientras que en la novela es al revés: es la acción la que queda al servicio de las ideas que quiere transmitir el autor.

Aún así, se puede apreciar el saber hacer del director artístico en las labores de ambientación de un Nueva York degradado por el uso continuado sin renovación. Se han dejado de producir vehículos o nuevos útiles, por ejemplo. Los coches, los pocos que quedan, son utilizados como casas en los grandes vertederos (tener un coche para dormir siempre será mejor que dormir en la calle). Nos encontramos con una ciudad que vive de reciclar y reutilizar los productos elaborados, a semejanza de la actual Cuba. Ciertamente, el presupuesto para este tipo de ambientación no necesita ser muy elevado (las protecciones de los cuerpos antidisturbios son simples cascos de rugby, únicamente ayudados por camiones provistos de una pala). Al espectador actual seguramente le resulte chocante un futuro en que los coches y las casas parezcan salidos de los años setenta, pero no podía ser de otra forma entonces, hay que saber contemplar la obra en su contexto. O si se prefiere, puede ser tomada como una evolución en una línea temporal diferente, como una ucronía.

Lamentablemente, cualquier aspecto positivo que pudiera tener la película queda oscurecido, desaprovechado y maltratado por la deplorable actuación de Charlton Heston, prototipo del actor sin talento y prepotente. El norteamericano parece creer que se encuentra en un western y su actitud chulesca y machista se aleja de forma lamentable del personaje imaginado por Harry Harrison. Y no sólo eso, sino que parece evidente su torpe mano en los retoques del guión, adaptado a su mentalidad y para su lucimiento.

Como contrapeso, el personaje de Edward G. Robinson como Sol, el anciano compañero de Heston, es terriblemente sensiblero y sobreactúa en busca de un reconocimiento a una carrera brillante hasta este momento. Sin duda fue contratado para paliar la falta de aptitud del presidente de la Asociación del Rifle, pero la pésima dirección provoca un contraste tan nauseabundo como la nata sobre mierda.

En definitiva, una película que podía haber sido algo grande si hubiera sido llevada por otras manos más sabias.

Premios:

Obtenidos:

Finalista:

  • 1974: Hugo a mejor representación dramática